EDUARDO VASQUEZ CARRASCO
ACTOS
DE ADORACION QUE AGRADARON A DIOS
Dios
es grande y generoso al momento de recompensar y mostrar su agrado a quienes le
adoran siguiendo lo que Dios mismo demanda de ellos como adoradores. Tanto en
el Antiguo como en el Nuevo Testamento encontramos ejemplos de adoradores que
agradaron a Dios y como él les bendijo de muchas maneras.
En
Génesis 4.4b vemos que Dios vio con agrado la ofrenda de Abel. Es importante
notar que Dios primero evaluó al adorador y luego su ofrenda, es decir, examinó
primero su corazón. Además es relevante que en Hebreos 11.4 Abel aparece
primero en la lista de los héroes de la fe.
Con
Noé, Dios mostró su agrado de tres maneras, luego de que este ofreciera
holocausto en un altar luego del diluvio. Dios percibió la ofrenda como olor
grato, Dios prometió no volver a maldecir la tierra ni a destruir a ningún ser
humano, y Dios bendijo a Noé y su familia (Génesis 8.21; 9.1).
Con
Abraham, Dios mostró su agrado de muchas maneras. Confirmó su pacto con Abram
(Génesis 17.4ss), cambió su nombre a Abraham (padre excelso de una multitud)
(Génesis 17.5), cambió el nombre de su esposa Sarai por el de Sara (princesa)
(Génesis 17.15), confirmó su promesa de darle un hijo en su vejez (Génesis
17.16), y también proveyendo un sustituto para el sacrificio de Isaac,
confirmando así la promesa de darle una descendencia a través de la cual
bendeciría a todas las naciones (Génesis 22.11-19).
Gedeón
mostró su adoración a Dios siguiendo al pie de la letra todas sus indicaciones.
Dios mostró su agrado hacia Gedeón y su adoración dándole una victoria
contundente sobre los madianitas (Jueces 7.15ss).
Con
Ana y Elcana Dios mostró su agrado, primero dándoles a Samuel, y luego dándoles
muchos hijos (1 Samuel 2.21), también bendijo a Samuel dándole un ministerio y
una larga vida (1 y 2 Samuel).
A
Salomón Dios le mostró su agrado llenando con su gloria el templo de Jerusalén,
luego de que Salomón lo ofreciera a Dios (2 Crónicas 7.1, 2). Dios también hizo
un pacto con Salomón prometiéndole prosperarlo y prometiendo su presencia
continua en el templo (2 Crónicas 7.12-18).
Ya
en el Nuevo Testamento, vemos como Jesús
se agradó de la adoración que le rendían concediendo a la gente lo que ellos le
pedían (Mateo 8.3, 9.25, 15.28). Un ejemplo de esto fue la adoración con fe que
le rindió la mujer cananea (Mateo 15.28). Otro ejemplo lo encontramos en la
adoración que le rindió el ciego luego de ser sanado, Jesús lo defendió de los
líderes religiosos que querían deshacerse de él (Juan 12.38-41). Pero no solo con los judíos, cuando un grupo de
griegos fue a Jerusalén a adorar, Jesús los bendijo enseñándoles las profundas
verdades del reino de Dios (Juan 12.20-26).
En
Hechos 8.27 notamos como Dios bendijo la adoración del etíope eunuco, luego de
su visita a Jerusalén, enviándole a Felipe para que ayudara a entender la
profecía de Isaías, encontrando así la salvación.
En
Apocalipsis, Dios mostró su agrado a los adoradores que sufrían por causa de su
fe en la lucha que libraban contra Satanás (Apocalipsis 11.1, 7; 13.15; 20.4).
Dios los levantó de la muerte (Apocalipsis 11.11). Dios prometió a sus
adoradores que disfrutarían de su protección (Apocalipsis 11.1).
Dios
promete a los que sufren por causa de él que les resucitará para vivir con
Cristo eternamente y que reinarán con él (Apocalipsis 20.4).
ACTOS
DE ADORACION QUE DESAGRADARON A DIOS
En
el Antiguo Testamento encontramos varios ejemplos que muestran como Dios se
desagrado de su adoración porque ellos no se circunscribieron a lo que Dios
demandaba de ellos como adoración.
Caín
es el contrapeso de Abel. A diferencia de su hermano, Dios no vio con agrado el
corazón ni la ofrenda de Caín. La Biblia no explica porque, pero Dios estimó
que la ofrenda de Caín no iba acompañada de una genuina actitud.
Un
ejemplo claro y desagradable de adoración abominable lo encontramos en la
adopción de prácticas paganas por parte de los israelitas en el éxodo. Mientras
Moisés subía al monte Horeb para recibir la ley de Dios, Israel construyó un
becerro de oro, y luego le ofrecieron ofrendas de animales y holocaustos. Dios
se enojó tanto con el pueblo que prometió destruirlos. De no ser por la
intermediación de Moisés, Dios hubiera destruido por completo al pueblo de
falsos adoradores (Éxodo 32).
Dios
también mostró su desagrado con Saúl, cuando este intentó ofrecer a Dios parte
del botín de guerra que Dios había mandado destruir por completo. Suponiendo
que las intenciones de Saúl fueran sinceras, cosa poco probable, Saúl no
cumplió al pie de la letra lo que Dios había mandado. Dios le quito el reino de
las manos (1 Samuel 15.28).
Con
Salomón pasó lo mismo, debido a su idolatría, Dios dividió el reino. Finalmente
ambos reinos fueron destruidos, Israel por Asiria y Judá por Babilonia. (1 y 2
Reyes).
En
los mensajes de los profetas también encontramos llamados de Dios a abandonar
la idolatría y volver a la adoración genuina a Dios. Isaías advierte al pueblo
de la temible presencia de Jehová (Isaías 2.10, 19, 21). Los israelitas habían
mostrado su necedad construyéndose sus propios ídolos (Isaías 44.15, 17; 46.6).
En
todas las referencias del profeta Jeremías a la adoración Di9os muestra su
desagrado por la infidelidad e idolatría de su pueblo (Jeremías 1.16; 13.10;
16.10-13; 22.8, 9; 25.6; 26.1-6). El pueblo se había acostumbrado a adorar a
Dios en el templo, pero a cometer grandes injusticias sociales, pensando que el
templo les salvaría de cualquier desgracia (Jeremías 7.1-15). Dios dirigió su
desagrado especialmente contra los líderes del pueblo (Jeremías 8.1, 2).
Al
profeta Ezequiel Dios le mostró como adoraban al sol en el mismo templo de
Dios, también le advirtió del castigo que les aguardaba en el día del juicio
(Ezequiel 8.16-18). Dios también advirtió al pueblo que los castigaría con
sequías y plagas si no le adoraban en el templo de Jerusalén, por lo menos
durante la fiesta de los Tabernáculos (Zacarías 14.16-19).
En
el Nuevo Testamento, cuando Herodes pidió a los reyes magos le indicaran el
camino para adorar a Jesús, Dios, conociendo sus intenciones, evitó que
cumpliera sus malvados planes (Mateo 2.8, 12). A la madre de Juan Y Jacobo,
Jesús no le concedió lo que le pedía ya que obedecía a deseos egoístas (Mateo
20.20-23).
Esteban
en el Sanedrín (Hechos 7.43), citando al profeta Amós (Amós 5.25-27), acusó a
Israel de adorar imágenes y les advirtió de un castigo. Pedro rechazó la
adoración que Cornelio intentaba darle, ya que era algo que hubiera ofendido a
Dios (Hechos 10.25).
En
Apocalipsis nueve de las veinticuatro referencias a la adoración se refieren a
la adoración a Satanás, representado en el dragón, la bestia, los demonios o
sus imágenes (Apocalipsis 9.20; 13.4, 8, 12; 14.9, 11; 16.2; 19.20). Vez tras
vez, Dios advierte a los hombres que demanda una adoración exclusiva, Dios
muestra su desagrado tenaz a cualquier
adoración que rinda culto a otro objeto, sea donde sea. Dios selló a los
adoradores de la bestia en señal de desagrado (Apocalipsis 14.9) y les privó
del descanso eterno (Apocalipsis 14.11).
Luego
de cada acto de adoración Dios muestra su agrado o desagrado. Debemos
asegurarnos que el procedimiento de adoración sea según las especificaciones de
Dios, y debemos estar atentos a la voz de Dios. Dios se expresará de alguna
manera, dándonos la certeza de su agrado o desagrado.
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