martes, 8 de septiembre de 2015

ACTOS DE ADORACION QUE AGRADARON O DESAGRADARON A DIOS

EDUARDO VASQUEZ CARRASCO




ACTOS DE ADORACION QUE AGRADARON A DIOS
Dios es grande y generoso al momento de recompensar y mostrar su agrado a quienes le adoran siguiendo lo que Dios mismo demanda de ellos como adoradores. Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento encontramos ejemplos de adoradores que agradaron a Dios y como él les bendijo de muchas maneras.
En Génesis 4.4b vemos que Dios vio con agrado la ofrenda de Abel. Es importante notar que Dios primero evaluó al adorador y luego su ofrenda, es decir, examinó primero su corazón. Además es relevante que en Hebreos 11.4 Abel aparece primero en la lista de los héroes de la fe.
Con Noé, Dios mostró su agrado de tres maneras, luego de que este ofreciera holocausto en un altar luego del diluvio. Dios percibió la ofrenda como olor grato, Dios prometió no volver a maldecir la tierra ni a destruir a ningún ser humano, y Dios bendijo a Noé y su familia (Génesis 8.21; 9.1).
Con Abraham, Dios mostró su agrado de muchas maneras. Confirmó su pacto con Abram (Génesis 17.4ss), cambió su nombre a Abraham (padre excelso de una multitud) (Génesis 17.5), cambió el nombre de su esposa Sarai por el de Sara (princesa) (Génesis 17.15), confirmó su promesa de darle un hijo en su vejez (Génesis 17.16), y también proveyendo un sustituto para el sacrificio de Isaac, confirmando así la promesa de darle una descendencia a través de la cual bendeciría a todas las naciones (Génesis 22.11-19).
Gedeón mostró su adoración a Dios siguiendo al pie de la letra todas sus indicaciones. Dios mostró su agrado hacia Gedeón y su adoración dándole una victoria contundente sobre los madianitas (Jueces 7.15ss).
Con Ana y Elcana Dios mostró su agrado, primero dándoles a Samuel, y luego dándoles muchos hijos (1 Samuel 2.21), también bendijo a Samuel dándole un ministerio y una larga vida (1 y 2 Samuel).
A Salomón Dios le mostró su agrado llenando con su gloria el templo de Jerusalén, luego de que Salomón lo ofreciera a Dios (2 Crónicas 7.1, 2). Dios también hizo un pacto con Salomón prometiéndole prosperarlo y prometiendo su presencia continua en el templo (2 Crónicas 7.12-18).
Ya en el Nuevo Testamento,  vemos como Jesús se agradó de la adoración que le rendían concediendo a la gente lo que ellos le pedían (Mateo 8.3, 9.25, 15.28). Un ejemplo de esto fue la adoración con fe que le rindió la mujer cananea (Mateo 15.28). Otro ejemplo lo encontramos en la adoración que le rindió el ciego luego de ser sanado, Jesús lo defendió de los líderes religiosos que querían deshacerse de él (Juan 12.38-41). Pero  no solo con los judíos, cuando un grupo de griegos fue a Jerusalén a adorar, Jesús los bendijo enseñándoles las profundas verdades del reino de Dios (Juan 12.20-26).
En Hechos 8.27 notamos como Dios bendijo la adoración del etíope eunuco, luego de su visita a Jerusalén, enviándole a Felipe para que ayudara a entender la profecía de Isaías, encontrando así la salvación.
En Apocalipsis, Dios mostró su agrado a los adoradores que sufrían por causa de su fe en la lucha que libraban contra Satanás (Apocalipsis 11.1, 7; 13.15; 20.4). Dios los levantó de la muerte (Apocalipsis 11.11). Dios prometió a sus adoradores que disfrutarían de su protección (Apocalipsis 11.1).
Dios promete a los que sufren por causa de él que les resucitará para vivir con Cristo eternamente y que reinarán con él (Apocalipsis 20.4).

ACTOS DE ADORACION QUE DESAGRADARON A DIOS
En el Antiguo Testamento encontramos varios ejemplos que muestran como Dios se desagrado de su adoración porque ellos no se circunscribieron a lo que Dios demandaba de ellos como adoración.
Caín es el contrapeso de Abel. A diferencia de su hermano, Dios no vio con agrado el corazón ni la ofrenda de Caín. La Biblia no explica porque, pero Dios estimó que la ofrenda de Caín no iba acompañada de una genuina actitud.
Un ejemplo claro y desagradable de adoración abominable lo encontramos en la adopción de prácticas paganas por parte de los israelitas en el éxodo. Mientras Moisés subía al monte Horeb para recibir la ley de Dios, Israel construyó un becerro de oro, y luego le ofrecieron ofrendas de animales y holocaustos. Dios se enojó tanto con el pueblo que prometió destruirlos. De no ser por la intermediación de Moisés, Dios hubiera destruido por completo al pueblo de falsos adoradores (Éxodo 32).
Dios también mostró su desagrado con Saúl, cuando este intentó ofrecer a Dios parte del botín de guerra que Dios había mandado destruir por completo. Suponiendo que las intenciones de Saúl fueran sinceras, cosa poco probable, Saúl no cumplió al pie de la letra lo que Dios había mandado. Dios le quito el reino de las manos (1 Samuel 15.28).
Con Salomón pasó lo mismo, debido a su idolatría, Dios dividió el reino. Finalmente ambos reinos fueron destruidos, Israel por Asiria y Judá por Babilonia. (1 y 2 Reyes).
En los mensajes de los profetas también encontramos llamados de Dios a abandonar la idolatría y volver a la adoración genuina a Dios. Isaías advierte al pueblo de la temible presencia de Jehová (Isaías 2.10, 19, 21). Los israelitas habían mostrado su necedad construyéndose sus propios ídolos (Isaías 44.15, 17; 46.6).
En todas las referencias del profeta Jeremías a la adoración Di9os muestra su desagrado por la infidelidad e idolatría de su pueblo (Jeremías 1.16; 13.10; 16.10-13; 22.8, 9; 25.6; 26.1-6). El pueblo se había acostumbrado a adorar a Dios en el templo, pero a cometer grandes injusticias sociales, pensando que el templo les salvaría de cualquier desgracia (Jeremías 7.1-15). Dios dirigió su desagrado especialmente contra los líderes del pueblo (Jeremías 8.1, 2).
Al profeta Ezequiel Dios le mostró como adoraban al sol en el mismo templo de Dios, también le advirtió del castigo que les aguardaba en el día del juicio (Ezequiel 8.16-18). Dios también advirtió al pueblo que los castigaría con sequías y plagas si no le adoraban en el templo de Jerusalén, por lo menos durante la fiesta de los Tabernáculos (Zacarías 14.16-19).
En el Nuevo Testamento, cuando Herodes pidió a los reyes magos le indicaran el camino para adorar a Jesús, Dios, conociendo sus intenciones, evitó que cumpliera sus malvados planes (Mateo 2.8, 12). A la madre de Juan Y Jacobo, Jesús no le concedió lo que le pedía ya que obedecía a deseos egoístas (Mateo 20.20-23).
Esteban en el Sanedrín (Hechos 7.43), citando al profeta Amós (Amós 5.25-27), acusó a Israel de adorar imágenes y les advirtió de un castigo. Pedro rechazó la adoración que Cornelio intentaba darle, ya que era algo que hubiera ofendido a Dios (Hechos 10.25).
En Apocalipsis nueve de las veinticuatro referencias a la adoración se refieren a la adoración a Satanás, representado en el dragón, la bestia, los demonios o sus imágenes (Apocalipsis 9.20; 13.4, 8, 12; 14.9, 11; 16.2; 19.20). Vez tras vez, Dios advierte a los hombres que demanda una adoración exclusiva, Dios muestra su desagrado  tenaz a cualquier adoración que rinda culto a otro objeto, sea donde sea. Dios selló a los adoradores de la bestia en señal de desagrado (Apocalipsis 14.9) y les privó del descanso eterno (Apocalipsis 14.11).
Luego de cada acto de adoración Dios muestra su agrado o desagrado. Debemos asegurarnos que el procedimiento de adoración sea según las especificaciones de Dios, y debemos estar atentos a la voz de Dios. Dios se expresará de alguna manera, dándonos la certeza de su agrado o desagrado.

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