Eduardo Vásquez Carrasco
INTRODUCCION
El mormonismo no
es más una extraña y callada secta religiosa escondida entre Utah, EEUU. Hoy en
día, su presencia se hace sentir en todo el mundo. Tiene una agresiva campaña
publicitaria “orientada a la familia” en radio, televisión, prensa escrita e
internet. Pocos son los hogares que han escapado a la visita de los misioneros
mormones.
La iglesia mormona
gasta millones de dólares al año en publicidad y acción social en un intento de
lograr familiaridad y notoriedad ante la sociedad estadounidense y del mundo
entero. Es pues un reto para la iglesia cristiana conocer esta secta, su
organización, historia y creencias, y de esta forma estar preparada para hacer
una apologética responsable y saludable.
En el presente
trabajo bibliográfico se exponen brevemente la historia, organización y
creencias de la iglesia mormona.
1.
ORIGEN
E HISTORIA
1.1. JOSEPH SMITH
El profeta mormón
Joseph Smith, hijo, nació el 23 de diciembre de 1805 en Sharon, Vermont. Fue
educado en un ambiente de ignorancia, pobreza y superstición, además poseía un
carácter indolente. De acuerdo a la atmosfera de superstición en que vivía,
pronto empezó a sentir pretendidas revelaciones y visiones divinas (1820 –
1823).
En este último año
de 1823, el ángel Moroni le reveló el lugar donde estaban enterradas las
planchas de oro que contenían la historia de la antigua América, en “caracteres
egipcios reformados”. Desde entonces se dejó ver su pobre gramática, y el hecho
de que cometiera frecuentemente faltas gramaticales y ortográficas.
En 1830, Joseph
Smith organizó la Iglesia Cristiana de los Santos del último Día, en Fayette,
Nueva York. Esto pudo llevarlo a cabo después de haber convencido a unos
cuantos amigos de que su traducción de las Planchas de oro había sido hecha con
la asistencia de los propios Urim y Tummim que el ángel le había servido.
Se dice que las
planchas estuvieron escondidas en la tierra desde el año 420 de nuestra era
hasta el 22 de setiembre de 1823, fecha en que Joseph Smith las descubrió en el
Monte Cumorah.
Smith fue imputado
varias veces bajo acusaciones de intromisión política por sus planes para
postular a la presidencia de la nación e intentos de establecer una teocracia,
cargos por los que no se le pudo juzgar ni condenar por falta probada de
evidencias concretas en la que Smith se defendía con vehemencia ante los
tribunales.
En 1844 estimuló
la supresión de un periódico que había publicado acusaciones contra él; poco
después fue arrestado en Carthage, acusado de sedición sin haber evidencias. La
cárcel en la que estaba retenido fue asaltada por unos con la cara pintada de
negro que logró llegar a su celda y darle muerte a él y a su hermano Hyrum
Smith a balazos.
1.2. PRIMEROS AÑOS
En junio de 1831
una revelación ordenó a los santos de los últimos días que se establecieran en
Misuri, “la tierra de Sion”. Las ciudades de Kirtland (Ohio) y Sion (Misuri) se
convirtieron entonces en los centros principales del movimiento mormón. En
Illinois, donde encontraron buena acogida, fundaron la ciudad de Nauvoo, y fue
aquí donde Smith realizó su mayor alarde, anunciándose a sí mismo como
candidato a la presidencia de los EEUU. Luego fue encarcelado, acusado de
falsificación, encubridor de crímenes y otros graves delitos. Fue asesinado en
la cárcel.
Brigham Young vino
de Inglaterra, donde había estado haciendo proselitismo y poco a poco fue
eclipsando a sus rivales en la organización mormona. En julio de 1847 llegó a
Utah, territorio mexicano por aquel entonces deshabitado. Bajo la guía de Young, los mormones se
convirtieron en excelentes pioneros.
Enviaron misioneros a Inglaterra y toda Europa para hacer conversos,
sobre todo mujeres.
Brigham Young
vivió 76 años, y murió en 1877. Conforme los EEUU fueron adquiriendo mayor
influencia y preponderancia, los mormones fueron dándose a conocer como buenos
colonizadores. Nuevos y costosos templos fueron erigidos en Logan (Utah),
Cardston (Alberta), St. George (Utah), Manti (Utah), Mesa (Arizona), Honolulu,
Salt Lake City, Idaho Falls y Berna (Suiza).
A la muerte de
George Albert Smith, pariente lejano de Joseph y octavo profeta, vidente y
revelador, ocurrida en abril de 1951, el Consejo de los Doce Apóstoles eligió
como sucesor a David O. McKay.
2. ORGANIZACIÓN
2.1. LA IGLESIA
MORMONA
La Iglesia de
Jesucristo de los Santos de los Últimos Días es presidida por tres hombres
conocidos como la Primera Presidencia, formada por el Profeta, o Presidente de
la Iglesia, y sus dos Consejeros. De acuerdo con este mismo modelo apostólico,
se distingue un cuerpo de doce apóstoles vivientes, por medio de los cuales es
difundido su mensaje en todo el mundo.
La Primera
Presidencia, compuesta por el Profeta y sus dos Consejeros; el «Consejo de los
Doce Apóstoles», presidido por el segundo Apóstol de mayor antigüedad en el
Quórum de los Doce; el Obispado Presidente compuesto por un Obispo Presidente y
dos Obispos Consejeros; y el Primer y Segundo Quórum de los Setenta, conforman
lo que los Santos de los Últimos Días conocen como «Las Autoridades Generales»
de la Iglesia, es decir, los líderes con autoridad a nivel mundial en los
asuntos de la Iglesia. Del Tercer al Octavo Quórum de los Setenta se les conoce
como Autoridades de Área, es decir, cuya su autoridad está dentro de la
jurisdicción de un Área, que tiene límites específicos. Los quórums de los
Setenta son presididos por 7 presidentes. La Iglesia también cuenta con
hermanos y hermanas quienes sirven como líderes de las Organizaciones
Auxiliares a nivel General, es decir a nivel mundial.
A nivel local la
Iglesia se divide en unidades llamadas «estacas» (analogía a las estacas de una
tienda de campaña que la sostiene, la tienda de campaña simboliza a la
Iglesia), divididas a su vez en unidades más pequeñas llamadas «barrios». Cada
estaca es presidida por una Presidencia de Estaca compuesta por un Presidente y
dos Consejeros. Los barrios son dirigidos por Obispos que son también asistidos
por dos consejeros, formando el Obispado del Barrio. En las localidades donde
no haya una gran cantidad de miembros de la Iglesia se organizan Ramas, que son
unidades más pequeñas que un barrio pero que al igual que estos agrupan a un
número de familias. Estas Ramas son presididas (dirigidas) por una presidencia
de Rama compuesta por un presidente y dos consejeros. Si se diera el caso que
hay Ramas que geográficamente están cerca una de la otra se puede conformar un
Distrito, presidido por una Presidencia de Distrito compuesta por un presidente
y dos consejeros. Cada Distrito es dependiente de la Misión donde se encuentre
situado. Una Misión es presidida por una Presidencia de Misión compuesta por un
presidente y dos consejeros. Una Rama puede pertenecer a un Distrito según lo
antes descrito, o también a una Estaca dependiendo de su cercanía. Cada unidad
local cuenta con presidencias de Quórums y Organizaciones Auxiliares.
Cada barrio está
compuesto por un número reducido de miembros que viven cerca unos de otros y
que se relacionan entre ellos como una sola familia. Se visitan mutuamente y
procuran conocer sus necesidades para convertirlas en oportunidades de
servicio. Debido a que su actitud está mayormente orientada hacia el servicio,
los miembros ocupan posiciones de liderazgo denominadas «llamamientos» de
manera totalmente voluntaria y sin recibir pago alguno.
2.2. LA ACCION
MORMONA
Mucha de la
imponente organización de la Iglesia Mormona está orientada a la seguridad
social. Hay muchos mormones que trabajan como voluntarios en sus centros
comunitarios. Todos los jóvenes mormones son requeridos por uno o dos años como
misioneros a tiempo completo, sin otra manutención que su alimentación y
alojamiento. Incluso esto último es pagado en buena medida por sus familiares.
Además, un domingo
al mes suprimen una comida, y un día a la semana ayunan, de este modo, lo que
ahorran estos días es donado a la Iglesia Mormona para ser distribuido a los
pobres. De esta forma, en época de crisis, los mormones reciben ayuda de su
iglesia y no del estado.
Posiblemente, este
celo por la seguridad social, junto con la preocupación por el desarrollo de
sus seis mil misioneros mormones, que recorren el mundo entero, sean las causas
principales de su crecimiento. No es de extrañar que un sistema religioso que
pone énfasis no solo en la salvación espiritual, sino también en la espiritual,
tenga tan gran acogida y aceptación en los días actuales, donde la gente
reclama resultados materiales antes que principios doctrinales.
3. DOCTRINAS
3.1. ESCRITURAS
MORMONAS
Contra la doctrina básica del
protestantismo, que solamente admite a la Biblia como Escritura inspirada, la
iglesia mormona reconoce además otras tres obras normativas: el Libro de
Mormón, Doctrina y convenios, y La perla de gran precio. A estas obras se
añaden las enseñanzas de los sucesivos Presidentes y Profetas que la iglesia ha
tenido desde su fundación.
La fuente de la que todo el mormonismo
fluye y crece es el concepto de revelación continua. La iglesia enseña que todo
miembro puede recibir revelaciones, pero éstas no son válidas para toda la
iglesia. Dentro de las Autoridades Generales, la Primera Presidencia y el
Cuerpo de los Doce tienen el don de ser “Profetas, Videntes y Reveladores”.
El mormonismo tiene un oráculo viviente de
Dios, en la persona de su Presidente y Profeta. No solo cuenta con lo que Dios
ha dicho en el pasado, sino que posee una fuente infalible para determinar lo
que Dios desea enseñar hoy, tanto en cuanto a doctrinas y costumbres
religiosas, como en todos los ámbitos de la vida.
3.2. CREENCIAS
MORMONAS
La mayor de las
herejías del mormonismo se resume en el axioma teológico de la ley de la
progresión eterna. Está formulada de esta manera: como es el hombre, así era
Dios antes y como es Dios, el hombre puede llegar a ser.
Todo esto comienza
con la doctrina de los Santos de los últimos días según la cual hay un gran
número de planetas esparcidos por la vastedad del espacio exterior, que son
gobernados por un incontable número de hombres-dioses que una vez fueron
humanos como nosotros.
El pueblo mormón
está entregado a un programa de control que planifica su vida entera, mientras
ellos buscan la exaltación y la divinidad, su propio planeta para gobernarlo y
reinar sobre él.
Los mormones creen
que Elohim es su Padre celestial, y que vive con sus numerosas esposas en un
planeta cercano a una misteriosa estrella llamada Kolob. Aquí, el dios del
mormonismo y sus esposas, por medio de unas relaciones sexuales celestiales y
sin fin, produjeron millones de hijos espíritus.
Para decidir el
destino de estos, el jefe de los dioses mormones convocó a un gran concilio
celestial. Lucifer y su hermano Jesús, los dos hijos mayores de Elohim, estaban
allí.
Se presentó un
plan para construir el planeta Tierra, donde los hijos espíritus serían
enviados para que tomaran un cuerpo mortal y aprendieran a discernir entre el
bien y el mal. Lucifer se puso de pie y se ofreció a convertirse en el salvador
de este nuevo mundo. Deseando la gloria para sí mismo, pensó obligarlos a todos
a convertirse en dioses. El Jesús mormón, oponiéndose a la idea, sugirió que se
le diera al hombre libertad para escoger, como en los otros planetas. La votación
que siguió aprobó la proposición del Jesús mormón, quien se convertiría en el
salvador del planeta Tierra.
Enfurecido,
Lucifer convenció con astucia a la tercera parte de los espíritus destinados a
la Tierra para que pelearan junto a él y se rebelaran. De esta forma, Lucifer
se convirtió en el diablo, y sus seguidores en los demonios. Enviados a este
mundo en forma de espíritus, se les negaría para siempre la posibilidad de
tener un cuerpo de carne y hueso.
Sobre los que
permanecieron neutrales en la batalla se lanzó la maldición de que nacieran con
la piel negra. Esta es la explicación mormona de que haya una raza negra. Los
espíritus que lucharon con mayor valentía contra Lucifer, nacerían en familias
mormonas en el planeta Tierra. Estos serían los de piel más clara, o “blancos y
deleitables”, como los describe el libro de Mormón.
Los primeros
profetas mormones enseñaban que Elohim y una de sus esposas diosas vinieron a
la Tierra como Adán y Eva para comenzar la raza humana. Miles de años después, Elohim
viajó de nuevo a la Tierra en forma humana desde la base de la estrella Kolob,
esta vez para tener relaciones físicas con la virgen María, a fin de
proporcionarle a Jesús un cuerpo físico.
El apóstol mormón
Orson Hyde enseñaba que después de crecer y llegar a hombre, Cristo tuvo por lo
menos tres esposas: María, Marta y María Magdalena. Con estas esposas, se
supone que el Jesús mormón tuvo una serie de hijos antes de ser crucificado.
También supuestamente, Joseph Smith, el fundador del mormonismo, era uno de sus
descendientes.
Según el libro de
Mormón, Jesús vino después de su resurrección al continente americano para
predicarles a los indios, de los cuales los mormones creen que en realidad son
israelitas. Así que el Jesús del mormonismo fue quien fundó su iglesia en el
continente americano, como lo había hecho en Palestina. Ya en el año 421 d.C.,
los israelitas de piel oscura, conocidos como lamanitas, habían destruido a
todos los de piel blanca, o nefitas, en una serie de grandes batallas. Supuestamente,
los escritos de los nefitas se hallaban en unas placas de oro enterradas en la
colina de Cumorah por Moroni, el último nefita que quedó vivo.
Unos mil
cuatrocientos años más tarde, un joven buscador de tesoros llamado Joseph
Smith, famoso por su exageración en los cuentos, afirmó haber descubierto estas
placas de oro cerca de su hogar en la parte norte del estado de Nueva York.
Actualmente, los mormones lo honran como profeta, porque afirmó haber tenido
visiones del mundo espiritual en las cuales se le ordenaban organizar la
Iglesia mormona, puesto que todos los credos cristianos eran una abominación.
Fue Joseph Smith el que originó la mayoría de estas doctrinas tan extrañas que
hoy en día millones de personas creen ciertas.
A base de mantener
un rígido código de exigencias económicas y morales, y por medio de la
celebración de unos ritos secretos en el templo por ellos mismos y por sus
muertos, los Santos de los últimos días tienen la esperanza de demostrar que
son dignos y convertirse así en dioses. Los mormones enseñan que todos los
seres humanos comparecerán en el juicio final ante Joseph Smith, el Jesús
mormón y Elohim.
Los mormones que
han sido sellados en la ceremonia de matrimonio eterno en los templos de los
Santos de los últimos días esperan convertirse en dioses polígamos, o diosas
esposas de estos, en el Reino celestial, gobernar sobre otros planetas y seguir
produciendo nuevas familias por toda la eternidad. Los mormones le dan gracias
a Dios por Joseph Smith, quien afirmaba que había hecho más por nosotros que
cualquier otro hombre, incluyendo a Jesucristo. Afirman que murió mártir,
derramando su sangre por nosotros, para que también nosotros nos podamos
convertir en dioses.
CONCLUSIONES
Aunque la iglesia
mormona pueda parecer interesada en la familia y la mantención de un elevado
nivel moral entre sus miembros, además de su fuerte acción social; queda claro
que sus orígenes, doctrinas y prácticas están tiznados de ocultismo y
secretismo.
Aunque se
consideran cristianos, sus doctrinas y prácticas no lo son para nada. La
revelación continua, la ley de progresión, la añadidura de más libros
supuestamente canónicos y la enseñanza distorsionada sobre el Dios y
Jesucristo, los alejan completamente de la esfera cristiana.
Es responsabilidad
de la iglesia cristiana dar una apologética sana y madura contra esta secta. Se
dice que las sectas son las facturas impagas de la iglesia, que donde la
iglesia ha guardado silencio o ha hecho poco, ahí las sectas han prosperado.
La iglesia
evangélica debe esforzarse por redoblar sus esfuerzos misioneros, de acción
social y de preocupación por la moral familiar de sus integrantes.
BIBLIOGRAFIA
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John & Weldon, John (1991) Los hechos acerca de los mormones. S.l.:
Instituto Teológico de Investigación Ankerberg.
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Carlson,
Ron & Decker, Ed (2001) Realidades sobre doctrinas falsas. Miami: Unilit.
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Saravi,
Fernando (1997) El mormonismo al descubierto. Grand Rapids: Potavoz.
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Solari,
Claudio (2012) Cristianismo vs. Mormonismo. Bloomington: Palibrio.
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Van
Baalen, J. K. (1969) El caos de las sectas. Grand Rapids: TELL.
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