EDUARDO VASQUEZ CARRASCO
INTRODUCCION
Los bautistas
basan sus creencias y prácticas en la Palabra de Dios. Creen que cada creyente
es responsable de interpretar y aplicar las verdades bíblicas a su vida, guiado
por el Espíritu Santo. Este sacerdocio del creyente se fundamenta en la
enseñanza bíblica de que el Espíritu Santo regenera al creyente en la
conversión y lo faculta para interpretar la Biblia bajo Su guía.
Así, cada bautista
es responsable de estudiar las Sagradas Escrituras, interpretarlas bajo la guía
del Espíritu Santo y respetar los puntos de vista discrepantes de otros
creyentes, siempre y cuando no afecten la salvación.
Al mismo tiempo,
los bautistas mantienen una unidad a lo largo del tiempo, considerando y respetando
lo que los bautistas de siglos anteriores han creído y enseñado. Siempre
contextualizándolo a las exigencias actuales de la vida cristiana.
Otro aspecto
resaltante es que los bautistas respetan las prácticas y particularidades
culturales de cada pueblo, y que cada grupo de bautistas es responsable de
contextualizar los principios y enseñanzas bautistas a su localidad.
Así, los
principios bautistas surgen de la Palabra de Dios, guiados por el Espíritu
Santo, quien capacita al creyente para entender y aplicar las verdades bíblicas
a su vida. Son principios que se han enseñado y observado a lo largo de toda la
existencia de la denominación bautistas, pero siempre contextualizando el
mensaje evangélico a las particularidades de cada tiempo y lugar donde la
iglesia bautistas tiene presencia.
1.
EL
PRINCIPIO CRISTOLOGICO
Este principio
enseña que Cristo es la cabeza de la iglesia, y es él quien la gobierna a
través de su Palabra. Por ello es fundamental que la iglesia estudiar
seriamente las Escrituras para conocer la voluntad de Dios para la vida y
gobierno de ella misma.
La naturaleza,
propósitos, fines, organización, gobierno, funciones, y demás aspectos de la
iglesia deben emanar de la Palabra de Dios. Cristo está gobernando su iglesia,
en la medida en que ésta busca la voluntad de su Señor en las escrituras.
En Juan 13. 13,
Jesús dice “Vosotros me llamáis Maestro,
y Señor; y decís bien, porque lo soy.” Pablo también dice a los
filipenses, “Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre,
para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los
cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese
que Jesucristo es el Señor, para gloria
de Dios Padre.” (Fil. 2.9-11).
La Biblia enseña
claramente el Señorío de Cristo en la vida del creyente y de la iglesia. Y este
ha sido el sentir de los bautistas a lo largo de su historia. Juan Smyth dijo
“Sólo Cristo es Rey y Juez de la iglesia y de la conciencia”[1].
El historiador bautista Tomás Armitage
también dijo “los principios vivientes y subyacentes de las iglesias bautistas
se relacionan con la jefatura soberana y absoluta de Cristo en sus iglesias.”[2]
Por un lado, el
señorío de Cristo demanda sumisión y humildad de parte del creyente y la
iglesia para someterse y aceptar la voluntad de Cristo. Esto a partir de un
estudio serio de la Biblia que permita descubrir dicha voluntad.
Por otro lado,
este principio también demanda que el creyente se oponga a todo aquello que
estorbe u obstaculice la relación entre Cristo y su iglesia. El Reino de Dios
debe reflejarse en la vida del creyente, y de la iglesia.
2. EL
PRINCIPIO BIBLICO
El principio bíblico reconoce y afirma la
autoridad del Nuevo Testamento como norma de fe y práctica. Los bautistas
reconocen que toda la Biblia es la revelación de Dios al hombre, y por lo
tanto, autoritativa.
Asimismo, los bautistas entienden que el
Nuevo Testamento tiene una autoridad que deriva del Señor del Nuevo Testamento,
Cristo. Así, el Nuevo Testamento interpreta al Antiguo Testamento. Esto
significa que tanto el Antiguo como el
Nuevo Testamento, deben interpretarse a la luz de la obra expiatoria de Cristo.
Es más, los bautistas entienden que la
Biblia debe interpretarse bajo la dirección del Espíritu Santo. Pero, sin caer
en la idolatrización de la Biblia. Es
decir, que la Biblia es el testimonio escrito de la revelación de Dios a la
humanidad, pero como objeto no tiene ningún poder mágico o místico.
Es así que del Nuevo Testamento salen los
principios teológicos y pastorales bajo los cuales se rige el creyente y la
iglesia. Es además, responsabilidad de cada creyente estudiar e interpretar las
Sagradas Escrituras para conocer la voluntad de su Señor y obedecerla. Es tanto
un derecho como una responsabilidad que cada creyente debe asumir con
responsabilidad.
Hebreos 1. 1-2 dice “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas
maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días
nos ha hablado por el Hijo, a quien
constituyó heredero de todo, y por quien
asimismo hizo el universo”, de ahí que los bautistas interpreten las Escrituras
a la luz de la persona y obra de Cristo, el heredero de todo y última y
perfecta revelación del Padre.
El mismo Jesús enseñó a sus discípulos a
depender de la Biblia para conocer la voluntad del Padre. Lucas 24.27 cuenta “Y
comenzando desde Moisés, y siguiendo por
todos los profetas, les declaraba en
todas las Escrituras lo que de él decían.” En Juan 5.39 Jesús enseña
“Escudriñad las Escrituras; porque a
vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí”.
El apóstol Pablo también enseñó la importancia
de la Biblia en la vida del creyente. En
2 Timoteo 3.16 el apóstol a los gentiles dice “Toda la Escritura es
inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia.”
El apóstol Pedro reafirma lo enseñado por
Cristo y Pablo. En 2 Pedro 1.19-21 escribe “Tenemos también la palabra
profética más segura, a la cual hacéis
bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la
mañana salga en vuestros corazones; entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de
interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad
humana, sino que los santos hombres de
Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.”
3. EL PRINCIPIO ECLESIASTICO
Este principio ha
costado mucho a la iglesia bautista. Fue perseguida, tanto por católicos como
por protestantes, por defender este principio. Además, es el principio que le
da el nombre a la denominación. Nombre que en un principio fue puesto
peyorativamente, luego fue usado orgullosamente por quienes defendieron este
principio.
El principio
eclesiástico sostiene la enseñanza bíblica de que la iglesia debe ser
conformada por una membresía regenerada. Es decir, que la iglesia debe estar
integrada por personas nacidas de nuevo, regeneradas por el Espíritu Santo, que
hayan hecho una decisión personal y consciente de arrepentirse de sus pecados y
aceptar el sacrificio expiatorio de Cristo en la cruz, reconociéndole como Señor
y Salvador de sus vidas.
Justo Anderson,
historiador bautistas dice “la iglesia cristiana es la confraternidad de todos
los creyentes en Cristo, o sea una comunidad espiritual, cuya expresión
concreta en el mundo es una iglesia local, cuyo fin es el extendimiento del
reino de Dios”.[3]
Siguiendo este
principio, las iglesias bautistas demandan dos cosas del nuevo creyente para
ser admitido como miembro de una iglesia bautista. En primer lugar, el nuevo
creyente debe dar evidencias de una conversión genuina. En segundo lugar, el
nuevo creyente debe haber sido bautizado por inmersión, que es como los
bautistas entienden la forma bíblica y correcta de bautizar.
Según los
bautistas, el bautismo debe tener cuatro condiciones. La primera, el candidato
correcto es un creyente en Cristo. Segundo, el modo correcto es la inmersión en
agua. Tercero, el significado correcto es un acto simbólico de sepultura y
resurrección. Cuarto, el administrador correcto es el pastor o alguien
autorizado por una congregación local para realizarlo.
Para los
bautistas, tanto el bautismo como la Santa Cena, son símbolos dinámicos que
comunican verdades espirituales que benefician al creyente que participa en
ellas con conciencia y convicción.
El bautismo es el
símbolo del nuevo nacimiento, de la purificación del pecado, de la recepción
del don del Espíritu Santo y de la unión mística con Cristo. Así, la iglesia es
en esencia una congregación local autónoma, democrática y subordinada a Cristo
bajo la dirección del Espíritu Santo.
4. EL PRINCIPIO SOCIOLOGICO
El principio sociológico sostiene que el
gobierno de la iglesia es congregacional. Se basa en la enseñanza bíblica del
sacerdocio del creyente. Es decir, de la responsabilidad individual de cada
creyente ante Dios, sin intermediarios.
Jesús enseñó a sus discípulos la igualdad
de todos los creyentes, donde todos tienen los mismos privilegios,
responsabilidades, participación y posición. En Mateo 23.8-9 Jesús dijo “Pero
vosotros no queráis que os llamen Rabí;
porque uno es vuestro Maestro, el
Cristo, y todos vosotros sois hermanos.
Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos.”
Este sacerdocio
del creyente implica que el creyente es regenerado por gracia por medio de la
fe. De esa forma, tiene libre acceso al Padre a través del Sumo Sacerdote
Jesucristo. Por lo tanto, el creyente debe asumir la responsabilidad
sacerdotal, tanto como siervo para con los demás, como consigo mismo ante Dios.
Juan Smyth
escribió “mantenemos que la autoridad de los ancianos de la iglesia consiste en
conducir, en guiar, y en vigilar… y la palabra final descansa en la asamblea de
la congregación a la cual los ancianos deben ceder… la congregación puede hacer
cualquier cosa sin los ancianos, pero los ancianos no pueden hacer nada sin la
aprobación de la congregación.”[4]
Con relación al
ministerio cristiano, los bautistas creen que este corresponde a todos los
creyentes. Según el don de cada uno, el creyente es responsable por ejercer el
ministerio que el Espíritu Santo le dé. En ese sentido, el ministerio pastoral
es ejercido por creyentes llamados por Dios para el ministerio de la Palabra y
son nombrados por la iglesia local. Los bautistas tienen la máxima de que “el
pastor es el primero entre pares, que preside la congregación sin mandarla.”[5]
Finalmente, el
inconveniente que podría surgir en las congregaciones locales bautistas es
contar con miembros inmaduros que no sepan responder responsablemente al
gobierno congregacional. Se demanda creyentes maduros espiritualmente y
responsables, para que el gobierno congregacional funcione. Es necesario
entonces el discipulado de los creyentes.
5. EL PRINCIPIO ESPIRITUAL
Los bautistas enarbolan la bandera de la
libertad religiosa, la demandan para ellos y para los demás. Se considera el
mayor aporte de los bautistas al protestantismo.
Al ser el ser humano personalmente
responsable ante Dios, también debe ser libre para elegir. Dios creó al hombre
a su imagen y semejanza, por lo tanto le dio el derecho de ser libre y poder
elegir. Al mismo tiempo, Dios demanda responsabilidad de parte del sur humano
libre, por lo tanto es y será juzgado.
Esta libertad religiosa implica libertad
de culto. El ser humano puede adorar a Dios dónde, cuándo y como el desee, sin
ser coercionado. Asimismo, el ser humano es libre de asociarse y sostener los
ministerios e iglesias que desee, sin ser castigado o perseguido por ello. Al
mismo tiempo, este principio respeta la elección de no creer y no adorar de las
personas.
La libertad religiosa también incluye la
libertad de conciencia. Es decir, que los seres humanos son libres de vivir
según los valores y creencias particulares que profesen. Así, la religión es un
asunto personal y voluntario. Ningún ser humano debe ser obligado a creer algo,
o actuar obligado.
Finalmente, la libertad religiosa incluye
la libertad de propagación. Cada ser humano es libre de propagar su fe. Esto
incluye poder asociarse con quien desee y financiar dicha labor. Los bautistas
creen que el creyente debe cumplir con la Gran Comisión de Cristo para su
iglesia.
Muchos países han sido impactados e
influenciados por este principio. Aunque no todos los países tienen libertad
religiosa, es deber de cada bautista ser influencia en su lugar de residencia
para promover este principio, en beneficio de la iglesia y de la sociedad.
6. EL PRINCIPIO POLITICO
Los bautistas creen en la separación entre
la iglesia y el estado. Es decir, que ni la iglesia ni el estado deben ejercer
influencia o dominio sobre el otro.
La relación de los creyentes con el estado
y sus leyes está enseñada en la Biblia. 2 Pedro 2.13-14 enseña “Por causa del
Señor someteos a toda institución humana,
ya sea al rey, como a superior,
ya a los gobernadores, como por él enviados
para castigo de los malhechores y alabanza de los que hacen bien.”
El creyente debe respetar, obedecer y orar
por los gobiernos. En 1 Timoteo 2.1-2 el apóstol Pablo enseña “Exhorto ante
todo, a que se hagan rogativas, oraciones,
peticiones y acciones de gracias,
por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en
eminencia, para que vivamos quieta y
reposadamente en toda piedad y honestidad.”
Así, el creyente debe respetar y someterse
a las leyes humanas dadas por los gobiernos y que rigen los estados, ya que han
sido puestos por Dios. Pero cuando estas leyes contradicen los mandamientos de
Dios, entonces el creyente debe obedecer a Dios ante todo.
El cristiano se somete en obediencia al
estado, pero cuando este es injusto, entonces el creyente puede oponerse
pacíficamente, evitando la violencia. Esta ha sido la postura bautista a lo
largo de toda su historia denominacional.
Este principio cree en una iglesia libre y
en un estado libre, donde todas las iglesias sean tratadas por igual, sin
oposición o beneficio que perjudique o beneficie a una u otra iglesia. Esto
incluye el uso de impuestos.
Este principio se desprende de los demás
principios bautistas como el señorío de Cristo, la libertad religiosa, y la
naturaleza de la iglesia como una congregación de regenerados.
Así, la iglesia y el estado deben
funcionar separadamente. Cada institución tiene su propia esfera de acción e
influencia, y debe mantenerse así. Eso no disminuye la responsabilidad de la
iglesia por ser testigo de los valores y principios cristianos ante la
sociedad, siempre que sea con respeto a
la libertad religiosa de cada persona y grupo.
7. EL PRINCIPIO EVANGELIZADOR
Los bautistas creen en el cumplimiento de
la Gran Comisión como responsabilidad de
la iglesia. En ese sentido son evangelizadores y misioneros. En Mateo 28.18-20
se nos dice “Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada
en el cielo y en la tierra. Por tanto,
id, y haced discípulos a todas
las naciones, bautizándolos en el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que
guarden todas las cosas que os he mandado;
y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.”
Marcos 3.13-14 muestra que esta fue una
práctica común y natural de Jesús con sus discípulos “Después subió al
monte, y llamó a sí a los que él
quiso; y vinieron a él. Y estableció a
doce, para que estuviesen con él, y para enviarlos a predicar.” Luego cuando
ascendió a los cielos dejó instrucciones para su iglesia “pero recibiréis
poder, cuando haya venido sobre vosotros
el Espíritu Santo, y me seréis testigos
en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria,
y hasta lo último de la tierra” (Hechos 1.8).
Marcos 16.15 también lo enseña “Y les
dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.” Y Juan
20.21 dice “Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío.”
Históricamente los bautistas han fomentado
el evangelismo las misiones, tanto domésticas como mundiales. La obra misionera
mundial tuvo un gran impulso con el trabajo de misioneros bautistas como
Guillermo Carey y Adoniram Judson.
Creen que tanto el evangelismo como las
misiones deben ser actividades continuas de la iglesia, donde todos los
creyentes son responsables de cumplir con dichas actividades. Es el resultado
natural de una vida espiritual madura y sana.
Así, los bautistas han emprendido misiones
tanto como iglesias, y asociándose en organizaciones para-eclesiásticas como
agencias misioneras para cumplir con dicha labor.
CONCLUSIONES
Los bautistas
sostienen principios bíblicos. De la Biblia los bautistas creen y practican el
señorío de Cristo, el sacerdocio del creyente, las ordenanzas del bautismo y la
Santa Cena, la libertad religiosa y el cumplimiento de la Gran Comisión.
Históricamente los
bautistas han luchado por defender y vivir según estos principios. Es
responsabilidad de las nuevas generaciones entender, atesorar y reproducir
estos principios en el contexto contemporáneo.
En las iglesias
bautistas deben rescatarse estos principios del olvido y ser enseñados a los
creyentes en el discipulado. Los bautistas deben sentirse orgullosos de lo que
creen y vivir en consecuencia.
BIBLIOGRAFIA
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ANDERSON, Justo (1978)
HISTORIA DE LOS BAUTISTAS. TOMO 1. El Paso, CBP.
·
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HISTORIA DE LOS BAUTISTAS. TOMO 2. El Paso, CBP.
·
ASIEBALL (2009) HISTORIA
Y PRINCIPIOS BAUTISTAS.
·
GONZALEZ, Justo L. (1994)
HISTORIA DEL CRISTIANISMO. TOMO 2. Miami, Unilit.
·
LATOURETTE, Kenneth Scott (1967) HISTORIA DEL CRISTIANISMO. TOMO
2. El Paso, CBP.
·
MUIRHEAD, H. H. (1953)
HISTORIA DEL CRISTIANISMO. TOMO 2. El Paso, CBP.
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