Eduardo
Vásquez Carrasco
Un primer impulso
al hablar de este tema podría ser enumerar las múltiples funciones que cumplen
las mujeres día a día en nuestra sociedad, y de ahí desprender la importancia
que tienen cada una de ellas en las vidas de todos. Se podrían enumerar las
funciones que cumplen como madres, esposas, amigas, trabajadoras, estudiantes,
etc.
Para nadie es
novedad el papel crucial que cumplen al criar y educar a los hijos, lo
esforzadas y sinceras que son en sus trabajos, lo organizadas y disciplinadas
que son en la administración del hogar, o lo honestas y confiables que pueden
ser como confidentes. Es común escuchar que los mejores policías son mujeres,
en comparación a sus pares masculinos, que son mejores administradoras en las
finanzas domésticas, que son mejores trabajadoras, más responsables y
cumplidoras, en comparación a sus compañeros varones.
Entonces, si
todos no escatiman esfuerzos al momento de reconocer las virtudes femeninas,
por qué en nuestro medio todavía escuchamos de feminicidios, o de violencia de
género en general. Por qué todavía las estadísticas dicen que los mayores
porcentajes de discriminación y violencia se cometen contra las mujeres.
Creo que las
instituciones públicas y privadas pueden y deben jugar un rol importante en la
defensa y promoción del bienestar femenino, con leyes que las protejan y
campañas que promocionen un lugar de importancia en la sociedad para la mujer.
Pero, sobre todas las cosas, creo que son las propias mujeres las que deben
comprarse el pleito de hacerle saber a la sociedad lo importantes que son, y
por lo tanto, que merecen respeto y reconocimiento por lo que son y hacen.
Dicho esto
último, debemos acotar que el principal impedimento para que las mujeres
cumplan esta tarea son ellas mismas. Y no por su género (esto también le pasa a
los hombres), sino porque ellas, al igual que los hombres, comparten la
tendencia tan humana del auto boicot. El auto boicot vendría a ser esa
“habilidad” humana de echar a perder los momentos felices y buscar siempre el
lado feo o desagradable de una situación feliz o agradable. Pareciera que a los
seres humanos nos aterra tanto ser felices, que cuando lo somos, sencillamente
no lo soportamos y le buscamos tres pies al gato para “confirmar” que en
realidad no era tanta la felicidad.
Vayan algunos
ejemplos para graficar esto último. Estas de vacaciones y disfrutas del tiempo
y de las actividades de ocio, por un momento eres feliz, pero inmediatamente
salta a tu mente que en breve tendrás que volver al trabajo, y a la agotadora y
monótona rutina, entonces sabes que ese momento se echó a perder. Estas con un
amigo o con tu pareja disfrutando de un momento de buena conversación y
confianza donde puedes expresarte libremente, pero por un instante cruza por tu
mente la idea de que tarde o temprano, esa persona encantadora que tienes al
frente traicionará tu confianza de alguna manera, una vez más ese feliz momento
se echa a perder. Estas de viaje a un lugar donde siempre quisiste ir, el viaje
es emocionante lleno de expectativas e ilusiones sobre qué harás cuando llegues,
y cuando llegas te das cuenta que más emocionante que el destino, fue el viaje
en sí mismo y sus expectativas, que el lugar, en realidad no era todo lo bonito
que esperabas. Te encargan una tarea, te esfuerzas y haces lo mejor posible, y
a pesar de que te felicitan por tu buen desempeño, no puedes disfrutar del
momento porque tienes la irresistible tentación de pensar que en realidad no lo
hiciste tan bien y que podrías haberlo hecho mejor. Te compras un televisor
nuevo, solo para descubrir que el vecino tiene uno más grande, tu hijos saca el
tercer lugar en el colegio y solo puedes fijarte en el diploma de primer lugar
del hijo de alguien más.
Podría seguir
con más ejemplos, pero dejémoslo aquí y pasemos a algo más práctico. Primero,
ahí donde está sentado, piense que tiene un limón en la mano, luego imagine que
lo chupa y que el jugo de limón se desliza por su boca hasta su garganta, le
aseguro que su boca se ha llenado de saliva en este momento. Ahora pasemos a
otra cosa, piense en sus zapatos, siéntalos en sus pies, piense cuán incómodos
son, como le aprietan y como le hacen sudar, en realidad son muy incómodos, no
me extraña que sienta la tentación de quitárselos en este mismo momento. Ahora
haga el siguiente ejercicio, cierre los ojos y apriete lo más que pueda sus
párpados por un momento, luego abra los ojos, notará unos pequeños puntos
negros volando ante usted, tal vez tenga un problema ocular, preocúpese y
piense en ir al oculista, y aunque este le diga que no tiene nada, siga
preocupándose, total el que sabe. Un último ejercicio, recuerde cuando camina
por la calle, no ha notado que cada vez que quiere cruzar una avenida los
semáforos están en verdes, pero cuando se dispone a hacerlo estos cambian a
rojo inmediatamente, eso suena a confabulación, tal vez alguien no quiere que
usted llegue temprano a su destino.
Luego de hechos
los últimos ejercicios, queda claro que no son en serio, y solo sirvieron para
graficar esa “cualidad” nuestra para fijarnos en detalles que hacen que echemos
a perder lo bueno de la vida y nuestra felicidad. Pero que tiene que ver esto
con la importancia del rol de la mujer en nuestra sociedad. Nos explicamos a
continuación. Se había dicho que la principal promotora de la mujer en la
sociedad debe ser la misma mujer. Y esto porque ella es la más interesada y la
mejor preparada para dar a conocer su importancia. Pero aquí surge ese humano
impedimento que lo imposibilita, que impide que la mujer tome y exija su lugar
de importancia en la sociedad, el auto boicot.
Para remediarlo,
la próxima vez que piense sobre su relación de pareja con su enamorado, novio o
esposo, y se sienta tentada a pensar que debe hacer todo tipo de concesiones,
incluso algunas que le resulten perjudiciales personalmente solo por mantener
el “amor” del otro; mejor piense en lo valiosa que es usted por sí misma, más
allá de a quien tenga al lado, y que merece ser bien tratada y que no puede
tolerar malos trato solo por “el bien de la relación”. Tanto usted como su
pareja están en igualdad de condiciones y tiene tanto derecho a recibir como a
dar. No renuncie a su individualidad. Siéntase merecedora de ser feliz y bien
tratada porque lo merece y no debe escatimar reparos en ello.
La próxima vez
que esté en casa y vea la montaña de tareas domésticas que tiene por delante, y
se sienta tentada a apretar los dientes y hacerlo todo sola mientras los demás
“hacen sus cosas”; mejor haga que cada miembro de la familia ayude de alguna
manera en las labores domésticas, desde el más pequeño al más grande. Mucho
mejor si comienza a involucrarlos desde pequeños en estas tareas, será más
fácil para usted mantenerlos ocupados después. Siéntase merecedora de un
descanso y de que está bien que los demás ayuden mientras usted disfruta una
pequeña pausa. Si no se cree merecedora de esto, los demás no lo harán por
usted.
La próxima vez
que vea una señal de discriminación o violencia de género en la calle (por
ejemplo, la figura de una mujer usada de forma sexista en una publicidad o en
la televisión) no se quede callada solo para evitar líos, quéjese. Busque
conversar sobre lo inadecuado de dicha actitud y de las terribles consecuencias
que ello trae para todos. Cree conciencia, si no lo hace usted nadie más lo hará.
La próxima vez
que alguien valore su trabajo y su aporte como mujer, celébrelo y felicite a la
persona que lo hizo, ya sea su hijo, esposo o compañero del trabajo. Eso
aumentará las probabilidades de que vuelva a pasar, y usted estará ayudando a
que el efecto se multiplique.
Por último,
dedique algún tiempo durante la semana a pensar sobre que desearía usted que
pasara como mujer con relación al respeto y valor que merecen en la sociedad.
Imagínese que despierta un día y por cuestiones inexplicables la sociedad es
una tal que valora, respeta y le da a la mujer su lugar de importancia. Cómo
sería, qué vería, cómo serían las cosas. Dedique un momento a pensar sobre qué
sería distinto. Una vez que tenga más claro el panorama de lo que desea, haga
una lista de las cosas que usted podría empezar a hacer para que parte de ese
futuro ideal se vaya cumpliendo dentro de su campo de influencia.
Termino con una
frase de Dostoievski “Todo es bueno..., todo. El hombre [o mujer] es
desdichado, porque no sabe que sea dichoso. Sólo por esto. ¡Esto es todo, todo!
Quien lo reconozca, será feliz en el acto, en el mismo instante...”, la actitud
es importante.
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