martes, 8 de septiembre de 2015

LA ETICA DE JESUS

EDUARDO VASQUEZ CARRASCO

INTRODUCCION
La ética tiene un antes y un después con Jesús. Ya sea que se le vea como un líder religioso o como un filósofo ético, sus enseñanzas dejaron una impronta imborrable en la sociedad occidental y cristiana.
A pesar de ello, o tal vez precisamente por eso, la ética cristiana ha sido crítica y cuestionada repetidas veces a lo largo de la historia. La misma iglesia ha sido incapaz de alcanzar siquiera un nivel respetable de esta ética. Ha habido muchos malos entendidos sobre las palabras y hechos de Jesús.
Es pues menester hacer un estudio de la ética de Jesús para poder entenderlo a cabalidad y hacer el intento de ajustar las vidas presentes a esta ética. El primer capítulo trata sobre la enseñanza del reino de Dios en relación con la ética de Jesús. En el segundo capítulo se tratan algunos temas especiales que se encuentran en la enseñanza ética de Jesús. En el tercer y último capítulo se hace mención de la dimensión interna que caracteriza y distingue a la ética de Jesús.

1.      LA ETICA DEL REINO
La ética del reino de Dios es una realidad presente y tiene tres aspectos: la soberanía de Dios, el reino como manifestación presente en la vida de los hombres y la consumación final del reino en la parusía. [1] En la soberanía de Dios descansa su gobierno sobre este mundo y el universo en general. Por otro lado, su reino ya ha sido inaugurado con la resurrección de Cristo pero todavía tiene su consumación final en la parusía de Cristo en su segunda venida.
La resurrección fue la vindicación de Jesús y su mensaje. El reino no dependía de la moral humana, sino de la soberanía divina futura e indiscutible, dependía del poder de Dios, capaz de destruir o regenerar el mundo. Ligado a esto estaba el llamado al arrepentimiento, dando la bienvenida al reino como ya presente y conformando el carácter y la conducta en anticipación al futuro maravilloso prometido por Dios. El reino fue anunciado a los menos dignos de recibirlo, a los pobres, mujeres, niños, pecadores.[2]
Es imposible separar la ética de Jesús de su mensaje y misión total. Es una ética sólo pertinente para quienes han experimentado el reinado de Dios. El elemento exclusivo de la enseñanza de Jesús es que en su persona el Reino de Dios ha entrado en la historia humana, y las personas se hallan no sólo bajo la exigencia ética del reinado de Dios,  sino que, en virtud de esta misma experiencia del reinado de Dios, están en condiciones de hacer realidad una nueva medida de justicia.[3]

1.1. CARACTERIZACION DEL REINO
El reino de Dios es un concepto céntrico en las enseñanzas de Jesús, menciona el reino de Dios setenta veces.[4] El reino es espiritual y abarca a las personas que componen ese ejército invisible de todos los siglos de la historia. No tiene barreras raciales, nacionales o sociales.
El reino es invisible, ya que es espiritual, no es tangible ni visible. No tiene las características de un gobierno político ni eclesiástico. La entrada al reino de Dios depende de una fe personal en Cristo como salvador de uno. Es una experiencia individual, aunque sí formamos una comunidad grande una vez que somos miembros del reino.
El reino es presente, quiere decir que Dios está formando su reino en la actualidad, como lo ha estado haciendo desde la creación del mundo. Participamos en esta expansión del reino por medio de las misiones y el evangelismo. Donde hay dos o más personas cristianas reunidas, allí está el reino de Dios en forma parcial. Todos tenemos la responsabilidad en dos esferas: vivir de acuerdo con las normas de un ciudadano del reino, y trabajar para extender el reino.
El reino es futuro, quiere decir que cuando llega la muerte para cada uno de nosotros, entraremos en otra dimensión del reino de Dios, para disfrutar de las bendiciones celestiales durante toda la eternidad. Allí estaremos reunidos con todos los demás que han aceptado la condición de entrada en el reino, y este gran ejercito de almas van a gozarse de estar en la presencia de Dios eternamente.
El reino es individual y social. La decisión de aceptar a Cristo es personal e individual. Pero al tomar ese paso y al entrar al reino, formamos parte de la familia de Dios, trabajamos para corregir los males y así crear la justicia para toda la humanidad aquí en la tierra. Enfocamos los aspectos sociales del reino, donde como cristianos podemos ejercer influencias para el bien de toda la humanidad.

1.2. EL MANDAMIENTO DEL AMOR
Dentro de todas las enseñanzas, destaca el mandamiento del amor (Mr 12.28-34).[5] El amor es la celebración activa de Dios y del prójimo y la disposición de deleitarse en ellos y la voluntad de honrar a Dios y ayudar al prójimo. Con la confianza en el gobierno venidero de Dios y como respuesta a un futuro glorioso, entonces el prójimo, incluso el enemigo, puede ser amado.
Enseñó la voluntad pura e incondicional de Dios sin compromisos de ninguna clase, la cual Dios puso sobre las personas en todos los tiempos y para todos los tiempos. Tal conducta es alcanzable sólo en el siglo venidero, cuando todo el mal ha quedado excluido, pero está muy claro por el Sermón del monte que Jesús esperó que sus discípulos practicaran sus enseñanzas en este siglo (la luz y sal del mundo, Mt 5.13-14). La ética de Jesús encarna la norma de justicia que un Dios santo debe exigir de las personas de cualquier era.[6]

1.3. LAS RECOMPENSAS
El propósito de Cristo no es atraer a los hombres con  promesas de galardones, porque también promete sufrimientos, sino animar a sus seguidores. Serán recompensados el servicio a él (Mr. 10.29-30), la caridad (Lc. 14.13-14), la humildad (Lc. 14.10-11), el amor a los enemigos (Lc. 6.35), el perdón (Mt. 6.14), la devoción secreta (Mt. 6.18).[7]
Las enseñanzas de Jesús ilustran que lo que hacemos en esta vida tendrá efecto sobre nuestra condición en la eternidad. Uno tiene que creer en Cristo para tener la seguridad de la vida eterna. Pero nuestro grado de felicidad en el cielo será en proporción a nuestro fruto en la vida cristiana en esta vida.[8]
La fidelidad nunca debe ejercerse con los ojos puestos en la recompensa, la recompensa misma es fruto exclusivo de la gracia.  La recompensa es el reino de Dios mismo, que se da a aquellos para quienes ha sido preparado. Incluso las oportunidades de servir son en sí mismas un don divino. La recompensa entonces se convierte en gracia inmerecida y gratuita y se describe como fuera de toda proporción en relación con el servicio prestado. El reino es un don gratuito dado por Dios.[9]

2.  TEMAS EN LA ETICA DE JESUS
El mundo judío al que vino Jesús fue uno caracterizado por el legalismo. Las leyes minuciosas, los códigos y la tradición de los rabíes sustituyeron a las enseñanzas de la Ley, de los profetas y de la poesía. Jesús hizo énfasis en los principios básicos de la relación entre Dios y el ser humano.[10] Las enseñanzas de Jesús contienen elementos que enfocan el fin de fines, característica de una ética teleológica, pero a la vez hace hincapié en los medios aceptables para alcanzar estos fines, este es un asunto importante en los sistemas deontológicos.

2.1. JESUS Y EL ANTIGUO TESTAMENTO
Jesús vino a cumplir la ley en su vida perfecta (Mt 5.17), restauró la ley moral a su justo lugar quitando lo que los hombres habían añadido (Mt 15.1-9), puso énfasis sobre lo que era debido (Mt 23.23), atacó la raíz del pecado y no sólo los frutos del pecado (Mt. 5).[11]
No destruyó la ley sino que la llevó a su cumplimiento escatológico.  Condenó la casuística legal que no alteraba actitudes ni comportamientos (Mt 15.17-20, 23.25-28, Lc 11.39-41). Exigía una respuesta de la persona como agente global, no solamente dentro de los límites de su conducta externa. Anunció el reino, le dio la bienvenida y animó a las personas a que se conformarán y reformarán en él.[12]

2.2. JESUS Y EL PECADO
Jesús se enfocó en las actitudes que forman la raíz del pecado y de las cuales todos los pecados florecen. El amor propio como el pecado principal, es el pecado que más condenó Jesús en sus enseñanzas. Los pecados carnales y los vicios sociales son resultados del pecado básico del amor propio. Con relación a los pecados del espíritu, Jesús criticó el orgullo, la hipocresía y la complacencia. Habló mucho de la necesidad de servir a la humanidad. No era suficiente con no participar en cosas malas (bien negativo). Dio mayor validez a la ley moral que a la civil y ceremonial.[13]

2.3. JESUS Y LA BUENA VIDA
La buena vida para Jesús se basaba en la centralidad del reino de Dios, el amor, el desafío a la perfección, el carácter y la humildad.[14]
Las personas que aceptan a Cristo entran a formar parte de este reino. Esto quiere decir que son ciudadanos de dos reinos: uno terrenal y otro espiritual. el cristiano es guiado a tomar decisiones desde una perspectiva diferente. Es decir, si sus decisiones afectan o no el extendimiento del reino.
El amor hacia Dios y hacia el prójimo representa el elemento esencial en el cristianismo. Jesús introduce un nuevo mandamiento en Juan 13. 34, 35. Este mandamiento de amar a los hermanos en la fe ha producido una relación de compañerismo entre los cristianos. En esto se ve el poder transformador del evangelio.
Cristo desafío a los cristianos a ser perfectos (Mat. 5. 48). El ideal de Jesús para cada persona es alcanzar esa madurez que le preparará para actuar en una manera apropiada en toda circunstancia. Esto abarca el control de las emociones tanto como el aspecto volitivo. Jesús nos dejó un buen ejemplo por medio de su vida, el cual el hombre puede seguir para llegar a ser bueno.
Jesús reconoció que el carácter de uno es la base para el buen comportamiento. El carácter es transformado por medio de la fe en Cristo como salvador personal y forma la base para actos específicos de comportamiento. Es bueno aquel que voluntariamente acepta la voluntad de Dios para su vida y encuentra en esta voluntad la felicidad suprema.
Cristo convirtió a la humildad en una virtud. Jesús llama a sus discípulos a olvidarse de sí  mismos, tomar su cruz y seguirlo.


2.4. JESUS Y LAS MUJERES
Jesús fue revolucionario, no tanto por lo que dijo sino por la manera en que se relacionó con las mujeres. En esta relación su estilo de vida fue tan notable que uno puede sólo considerarlo como sorprendente. [15]
Las trató como plenamente humanas, iguales al hombre en cada aspecto, ninguna palabra de desprecio contra las mujeres, como tales, se halla en sus labios. Atacó la doble norma de moralidad que perdonaba en el varón lo que condenaba en la mujer. Las trató como a iguales, incluso enfrentando la sorpresa y disgusto de sus discípulos. No fue condescendiente ni severo, fue justo y natural con ellas como con sus demás discípulos.

2.5. JESUS Y LA POLITICA
El anuncio que hizo Jesús del reino no contenía un programa político, pero si una postura política, dispuesta a condenar el orgullo  que sentían los poderosos que se "enseñoreaban" de sus súbditos (Mr 10.42-44), se trata de una postura que buscaba la paz, y que rechazaba el deseo de venganza de los zelotes, una postura que ansiaba la justicia y se volvía contra la colaboración saducea, basada en la explotación y la extorsión. En definitiva, es una postura que, aquí y allá, bendice a los pobres y los desvalidos.[16]

3. ENFOQUE INTERNO DE LA ETICA DE JESUS
Jesús tomó los diez mandamientos que tienen que ver con responsabilidades hacia el prójimo e hizo un enfoque en las actitudes internas que producían el homicidio, el adulterio, la mentira y el robo. Jesús supo que si podemos controlar las raíces del comportamiento malo, entonces no tendremos que tratar con personas que han violado estos mandamientos.[17]

3.1. LA JUSTICIA DEL CORAZON
Para ser admitido en el Reino de los cielos es necesaria una justicia que es superior a la de los escribas y fariseos (Mt 5.20). Se enfatiza sobre todo la índole íntima que subyace a la conducta externa. El carácter es el don del reinado de Dios.[18] El perdón o condenación no dependerá de la conducta formal de la persona, son de la naturaleza verdadera del ser íntimo. Así pues la justicia esencial del Reino, como es justicia de corazón, de hecho es alcanzable, no en calidad, pero sí en cantidad. La plenitud llegará con la venida del Reino escatológico aunque, en esencia se puede hacer realidad aquí y ahora, en este siglo.
Aunque la ética de Jesús es legalista en el sentido de que deben obedecerse los mandamientos, también presupone una renovación interior que permita a los hombres cumplir con sus enseñanzas. La justicia del reino es, tanto alcanzable como inalcanzable. Se puede alcanzar pero no en su plenitud.

3.2. RELACION ENTRE RELIGION Y ETICA
La ética de Jesús es una ética basada en la experiencia religiosa. Uno de los elementos básicos en las enseñanzas de Jesús es su énfasis sobre el nuevo nacimiento, o sea, la fe en él.[19]
La experiencia religiosa de la conversión es la puerta de entrada al reino de Dios. Al entrar en el reino, uno se da cuenta de la necesidad de tomar en cuenta las demandas del ciudadano del reino, las cuales abarcan una moral personal y social. Uno comienza a vivir bajo un sentido de responsabilidad hacia otros. En la comunión diaria con Dios y en la adoración pública recibe la inspiración y el poder para ejercer una influencia positiva en el medio. Jesús estableció el orden correcto, primero es el amor hacia Dios, el cual producirá el amor en las relaciones con el prójimo.

3.3. EL NUEVO NACIMIENTO Y EL IMPERATIVO ETICO
En todo ser humano hay dos posibilidades: la imagen de Dios y el pecado. La presencia de estos dos elementos contradictorios crea en la persona una ambivalencia existencial. A pesar del pecado se expresa la imagen de Dios, de modo que hay en cada persona valores inherentes a la condición del ser humano. [20]
El nuevo nacimiento tiene relación con el imperativo moral. Jesucristo es el hombre nuevo y debemos ir conformándonos no sólo para parecernos a él, sino para ser como él es. En la epístola a los romanos, Pablo señala que el nuevo nacimiento involucra el encuentro con el imperativo moral.
El nuevo hombre está en progreso hacia la perfección. (Mt 5.48) Jesucristo es la imagen de Dios, el hombre nuevo, el segundo Adán, el hombre perfecto. La meta de cada cristiano debe ser llegar a ser como Jesucristo. En todo ser humano está la imagen de Dios, y también el pecado. El progreso hacia la perfección no es entonces un proceso de autorreforma, producto de un humanismo ingenuo, sino la obra de Dios en colaboración con el hombre.
El hombre nuevo en su experiencia comunitaria. Efesios 2.15, 5.21-33 muestra que el concepto de hombre nuevo está ligado a la iglesia, es comunitario. La voluntad de Dios es la santificación de la iglesia, desnaturalizada a través de los siglos por muchas manchas y arrugas. Los cristianos hoy tenemos la responsabilidad histórica de ponernos en las manos de Dios y de hacer nuestro mayor aporte para el completamiento de nuestra condición humana, nuestra santificación, de modo que podamos contribuir a la santificación de la iglesia y a la creación del hombre nuevo individual y comunitario. Jesucristo es el modelo de hombre y además es el redentor.

CONCLUSIONES
La posibilidad de vivir una vida ajustada a la ética de Jesús descansaba en el reino de Dios. es decir, que gracias a que el reino de Dios había venido a este mundo y había sido inaugurado por el ministerio de Cristo en la tierra, entonces las personas tenían la posibilidad de vivir la vida según la ética de Jesús.
El amor y la justicia que Jesús demandaba de sus discípulos solo podía vivirse sometiéndose al gobierno de Dios en la vida del discípulo. Esta ética, vista así, tenía una dimensión presente, pero también una futura. En la parusía de Cristo recién se completará el reino de Dios y en ese momento la ética de Cristo podrá ser cumplida cabalmente. Sin embargo, eso no disminuye la responsabilidad del creyente de buscar la santidad en la vida presente.
Otra característica de la ética de Jesús es su tratamiento de algunos temas especiales como la ley, las mujeres, el pecado, la buena vida y la política. En todos estos aspectos Jesús fue revolucionario, ya sea que haya dado enseñanzas explicitas al respecto (como con la ley), o ya sea que haya dado enseñanzas tácitas a través de sus actitudes y comportamiento (como con las mujeres y su lugar en la sociedad).
Es interesante notar como Jesús aplicaba su ética a los temas importantes y particulares de la vida. No solo se quedaba en mandamientos o principios generales, sino que a través de las circunstancias y los ejemplos, Jesús aplicaba sus principios a los temas importantes. Podemos aprender mucho de esto para aplicar esos mismos principios a los temas de interés de hoy.
Finalmente, es notable como la ética de Jesús tiene un marcado énfasis en las actitudes internas, es decir, se busca una justicia del corazón. A diferencia del legalismo, la ética de Jesús se centraba en las actitudes y el mundo interno de la persona como la raíz de toda conducta, sea esta ética o no.
Asimismo, el notable el énfasis que hace Jesús de la vida ética con la experiencia espiritual enmarcada en una relación personal del creyente con él mismo. Es decir, que para Jesús, la experiencia religiosa y el nuevo nacimiento son requisitos indispensables que capacitan al creyente para poder vivir la ética del reino.

BIBLIOGRAFIA
  • Atkinson, David & Field, David (2004) Diccionario de ética cristiana y teología pastoral. Barcelona: Clie.
  • Giles, James (2009) Bases bíblicas de la ética. El Paso: Casa Bautista de Publicaciones.
  • Jewett, Paul (1975) El hombre como varón y hembra. Miami: Caribe.
  • Lacueva, Francisco (1975) Curso de formación teológica evangélica: ética cristiana. Barcelona: Clie.
  • Ladd, George (2002) Teología del Nuevo Testamento. Barcelona: Clie.
  • León, Jorge (1979) ¿Es posible el hombre nuevo?  Buenos Aires: Certeza.

[1] Lacueva, Francisco. Curso de formación teológica evangélica: ética cristiana. 1975.
[2] Atkinson, David y Field, David. Diccionario de ética cristiana y teología pastoral. 2004.
[3] Ladd, George. Teología del Nuevo Testamento. 2002.
[4] Giles, James. Bases bíblicas de la ética. 2009.
[5] Atkinson, David y Field, David. Op. cit.
[6] Ladd, George. Op. cit.
[7] Lacueva, Francisco. Op. cit.
[8] Giles, James. Op. cit.
[9] Ladd, George. Op. cit.
[10] Giles, James. Op. cit.
[11] Lacueva, Francisco. Op. cit.
[12] Atkinson, David y Field, David. Op. cit.
[13] Giles, James. Op. cit.
[14] Ídem.
[15] Jewett, Paul. El hombre como varón y hembra. 1975.
[16] Atkinson, David y Field, David. Op. cit.
[17] Giles, James. Op. cit.
[18] Ladd, George. Op. cit.
[19] Giles, James. Op. cit.
[20] León, Jorge. ¿Es posible el hombre nuevo? 1979.

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