EDUARDO VASQUEZ CARRASCO
INTRODUCCION
La ética tiene un
antes y un después con Jesús. Ya sea que se le vea como un líder religioso o
como un filósofo ético, sus enseñanzas dejaron una impronta imborrable en la
sociedad occidental y cristiana.
A pesar de ello, o
tal vez precisamente por eso, la ética cristiana ha sido crítica y cuestionada
repetidas veces a lo largo de la historia. La misma iglesia ha sido incapaz de
alcanzar siquiera un nivel respetable de esta ética. Ha habido muchos malos
entendidos sobre las palabras y hechos de Jesús.
Es pues menester
hacer un estudio de la ética de Jesús para poder entenderlo a cabalidad y hacer
el intento de ajustar las vidas presentes a esta ética. El primer capítulo
trata sobre la enseñanza del reino de Dios en relación con la ética de Jesús.
En el segundo capítulo se tratan algunos temas especiales que se encuentran en
la enseñanza ética de Jesús. En el tercer y último capítulo se hace mención de
la dimensión interna que caracteriza y distingue a la ética de Jesús.
1.
LA
ETICA DEL REINO
La ética del reino
de Dios es una realidad presente y tiene tres aspectos: la soberanía de Dios,
el reino como manifestación presente en la vida de los hombres y la consumación
final del reino en la parusía. [1]
En la soberanía de Dios descansa su gobierno sobre este mundo y el universo en
general. Por otro lado, su reino ya ha sido inaugurado con la resurrección de
Cristo pero todavía tiene su consumación final en la parusía de Cristo en su
segunda venida.
La resurrección
fue la vindicación de Jesús y su mensaje. El reino no dependía de la moral
humana, sino de la soberanía divina futura e indiscutible, dependía del poder
de Dios, capaz de destruir o regenerar el mundo. Ligado a esto estaba el
llamado al arrepentimiento, dando la bienvenida al reino como ya presente y
conformando el carácter y la conducta en anticipación al futuro maravilloso
prometido por Dios. El reino fue anunciado a los menos dignos de recibirlo, a
los pobres, mujeres, niños, pecadores.[2]
Es imposible
separar la ética de Jesús de su mensaje y misión total. Es una ética sólo
pertinente para quienes han experimentado el reinado de Dios. El elemento
exclusivo de la enseñanza de Jesús es que en su persona el Reino de Dios ha
entrado en la historia humana, y las personas se hallan no sólo bajo la
exigencia ética del reinado de Dios,
sino que, en virtud de esta misma experiencia del reinado de Dios, están
en condiciones de hacer realidad una nueva medida de justicia.[3]
1.1.
CARACTERIZACION DEL REINO
El reino de Dios
es un concepto céntrico en las enseñanzas de Jesús, menciona el reino de Dios
setenta veces.[4] El
reino es espiritual y abarca a las personas que componen ese ejército invisible
de todos los siglos de la historia. No tiene barreras raciales, nacionales o
sociales.
El reino es
invisible, ya que es espiritual, no es tangible ni visible. No tiene las
características de un gobierno político ni eclesiástico. La entrada al reino de
Dios depende de una fe personal en Cristo como salvador de uno. Es una
experiencia individual, aunque sí formamos una comunidad grande una vez que
somos miembros del reino.
El reino es
presente, quiere decir que Dios está formando su reino en la actualidad, como
lo ha estado haciendo desde la creación del mundo. Participamos en esta
expansión del reino por medio de las misiones y el evangelismo. Donde hay dos o
más personas cristianas reunidas, allí está el reino de Dios en forma parcial.
Todos tenemos la responsabilidad en dos esferas: vivir de acuerdo con las
normas de un ciudadano del reino, y trabajar para extender el reino.
El reino es futuro,
quiere decir que cuando llega la muerte para cada uno de nosotros, entraremos
en otra dimensión del reino de Dios, para disfrutar de las bendiciones
celestiales durante toda la eternidad. Allí estaremos reunidos con todos los
demás que han aceptado la condición de entrada en el reino, y este gran
ejercito de almas van a gozarse de estar en la presencia de Dios eternamente.
El reino es
individual y social. La decisión de aceptar a Cristo es personal e individual.
Pero al tomar ese paso y al entrar al reino, formamos parte de la familia de
Dios, trabajamos para corregir los males y así crear la justicia para toda la
humanidad aquí en la tierra. Enfocamos los aspectos sociales del reino, donde
como cristianos podemos ejercer influencias para el bien de toda la humanidad.
1.2. EL
MANDAMIENTO DEL AMOR
Dentro de todas
las enseñanzas, destaca el mandamiento del amor (Mr 12.28-34).[5]
El amor es la celebración activa de Dios y del prójimo y la disposición de
deleitarse en ellos y la voluntad de honrar a Dios y ayudar al prójimo. Con la
confianza en el gobierno venidero de Dios y como respuesta a un futuro
glorioso, entonces el prójimo, incluso el enemigo, puede ser amado.
Enseñó la voluntad
pura e incondicional de Dios sin compromisos de ninguna clase, la cual Dios
puso sobre las personas en todos los tiempos y para todos los tiempos. Tal
conducta es alcanzable sólo en el siglo venidero, cuando todo el mal ha quedado
excluido, pero está muy claro por el Sermón del monte que Jesús esperó que sus
discípulos practicaran sus enseñanzas en este siglo (la luz y sal del mundo, Mt
5.13-14). La ética de Jesús encarna la norma de justicia que un Dios santo debe
exigir de las personas de cualquier era.[6]
1.3. LAS
RECOMPENSAS
El propósito de
Cristo no es atraer a los hombres con
promesas de galardones, porque también promete sufrimientos, sino animar
a sus seguidores. Serán recompensados el servicio a él (Mr. 10.29-30), la
caridad (Lc. 14.13-14), la humildad (Lc. 14.10-11), el amor a los enemigos (Lc.
6.35), el perdón (Mt. 6.14), la devoción secreta (Mt. 6.18).[7]
Las enseñanzas de
Jesús ilustran que lo que hacemos en esta vida tendrá efecto sobre nuestra
condición en la eternidad. Uno tiene que creer en Cristo para tener la
seguridad de la vida eterna. Pero nuestro grado de felicidad en el cielo será
en proporción a nuestro fruto en la vida cristiana en esta vida.[8]
La fidelidad nunca
debe ejercerse con los ojos puestos en la recompensa, la recompensa misma es
fruto exclusivo de la gracia. La
recompensa es el reino de Dios mismo, que se da a aquellos para quienes ha sido
preparado. Incluso las oportunidades de servir son en sí mismas un don divino.
La recompensa entonces se convierte en gracia inmerecida y gratuita y se
describe como fuera de toda proporción en relación con el servicio prestado. El
reino es un don gratuito dado por Dios.[9]
2. TEMAS
EN LA ETICA DE JESUS
El mundo judío al que vino Jesús fue uno
caracterizado por el legalismo. Las leyes minuciosas, los códigos y la
tradición de los rabíes sustituyeron a las enseñanzas de la Ley, de los
profetas y de la poesía. Jesús hizo énfasis en los principios básicos de la
relación entre Dios y el ser humano.[10] Las
enseñanzas de Jesús contienen elementos que enfocan el fin de fines,
característica de una ética teleológica, pero a la vez hace hincapié en los
medios aceptables para alcanzar estos fines, este es un asunto importante en los
sistemas deontológicos.
2.1. JESUS Y EL
ANTIGUO TESTAMENTO
Jesús vino a
cumplir la ley en su vida perfecta (Mt 5.17), restauró la ley moral a su justo
lugar quitando lo que los hombres habían añadido (Mt 15.1-9), puso énfasis
sobre lo que era debido (Mt 23.23), atacó la raíz del pecado y no sólo los
frutos del pecado (Mt. 5).[11]
No destruyó la ley
sino que la llevó a su cumplimiento escatológico. Condenó la casuística legal que no alteraba
actitudes ni comportamientos (Mt 15.17-20, 23.25-28, Lc 11.39-41). Exigía una
respuesta de la persona como agente global, no solamente dentro de los límites
de su conducta externa. Anunció el reino, le dio la bienvenida y animó a las
personas a que se conformarán y reformarán en él.[12]
2.2. JESUS Y EL
PECADO
Jesús se enfocó en
las actitudes que forman la raíz del pecado y de las cuales todos los pecados
florecen. El amor propio como el pecado principal, es el pecado que más condenó
Jesús en sus enseñanzas. Los pecados carnales y los vicios sociales son
resultados del pecado básico del amor propio. Con relación a los pecados del
espíritu, Jesús criticó el orgullo, la hipocresía y la complacencia. Habló
mucho de la necesidad de servir a la humanidad. No era suficiente con no
participar en cosas malas (bien negativo). Dio mayor validez a la ley moral que
a la civil y ceremonial.[13]
2.3. JESUS Y LA
BUENA VIDA
La buena vida para
Jesús se basaba en la centralidad del reino de Dios, el amor, el desafío a la
perfección, el carácter y la humildad.[14]
Las personas que
aceptan a Cristo entran a formar parte de este reino. Esto quiere decir que son
ciudadanos de dos reinos: uno terrenal y otro espiritual. el cristiano es
guiado a tomar decisiones desde una perspectiva diferente. Es decir, si sus
decisiones afectan o no el extendimiento del reino.
El amor hacia Dios
y hacia el prójimo representa el elemento esencial en el cristianismo. Jesús
introduce un nuevo mandamiento en Juan 13. 34, 35. Este mandamiento de amar a
los hermanos en la fe ha producido una relación de compañerismo entre los
cristianos. En esto se ve el poder transformador del evangelio.
Cristo desafío a
los cristianos a ser perfectos (Mat. 5. 48). El ideal de Jesús para cada
persona es alcanzar esa madurez que le preparará para actuar en una manera
apropiada en toda circunstancia. Esto abarca el control de las emociones tanto
como el aspecto volitivo. Jesús nos dejó un buen ejemplo por medio de su vida,
el cual el hombre puede seguir para llegar a ser bueno.
Jesús reconoció
que el carácter de uno es la base para el buen comportamiento. El carácter es
transformado por medio de la fe en Cristo como salvador personal y forma la
base para actos específicos de comportamiento. Es bueno aquel que
voluntariamente acepta la voluntad de Dios para su vida y encuentra en esta
voluntad la felicidad suprema.
Cristo convirtió a
la humildad en una virtud. Jesús llama a sus discípulos a olvidarse de sí mismos, tomar su cruz y seguirlo.
2.4. JESUS Y LAS
MUJERES
Jesús fue
revolucionario, no tanto por lo que dijo sino por la manera en que se relacionó
con las mujeres. En esta relación su estilo de vida fue tan notable que uno
puede sólo considerarlo como sorprendente. [15]
Las trató como
plenamente humanas, iguales al hombre en cada aspecto, ninguna palabra de desprecio
contra las mujeres, como tales, se halla en sus labios. Atacó la doble norma de
moralidad que perdonaba en el varón lo que condenaba en la mujer. Las trató
como a iguales, incluso enfrentando la sorpresa y disgusto de sus discípulos.
No fue condescendiente ni severo, fue justo y natural con ellas como con sus
demás discípulos.
2.5. JESUS Y LA
POLITICA
El anuncio que
hizo Jesús del reino no contenía un programa político, pero si una postura
política, dispuesta a condenar el orgullo
que sentían los poderosos que se "enseñoreaban" de sus
súbditos (Mr 10.42-44), se trata de una postura que buscaba la paz, y que
rechazaba el deseo de venganza de los zelotes, una postura que ansiaba la
justicia y se volvía contra la colaboración saducea, basada en la explotación y
la extorsión. En definitiva, es una postura que, aquí y allá, bendice a los
pobres y los desvalidos.[16]
3. ENFOQUE INTERNO DE LA ETICA DE JESUS
Jesús tomó los diez mandamientos que
tienen que ver con responsabilidades hacia el prójimo e hizo un enfoque en las
actitudes internas que producían el homicidio, el adulterio, la mentira y el
robo. Jesús supo que si podemos controlar las raíces del comportamiento malo,
entonces no tendremos que tratar con personas que han violado estos
mandamientos.[17]
3.1. LA JUSTICIA
DEL CORAZON
Para ser admitido en el Reino de los
cielos es necesaria una justicia que es superior a la de los escribas y
fariseos (Mt 5.20). Se enfatiza sobre todo la índole íntima que subyace a la
conducta externa. El carácter es el don del reinado de Dios.[18]
El perdón o condenación no dependerá de la conducta formal de la persona, son
de la naturaleza verdadera del ser íntimo. Así pues la justicia esencial del
Reino, como es justicia de corazón, de hecho es alcanzable, no en calidad, pero
sí en cantidad. La plenitud llegará con la venida del Reino escatológico
aunque, en esencia se puede hacer realidad aquí y ahora, en este siglo.
Aunque la ética de Jesús es legalista en
el sentido de que deben obedecerse los mandamientos, también presupone una
renovación interior que permita a los hombres cumplir con sus enseñanzas. La
justicia del reino es, tanto alcanzable como inalcanzable. Se puede alcanzar
pero no en su plenitud.
3.2. RELACION
ENTRE RELIGION Y ETICA
La ética de Jesús
es una ética basada en la experiencia religiosa. Uno de los elementos básicos
en las enseñanzas de Jesús es su énfasis sobre el nuevo nacimiento, o sea, la
fe en él.[19]
La experiencia
religiosa de la conversión es la puerta de entrada al reino de Dios. Al entrar
en el reino, uno se da cuenta de la necesidad de tomar en cuenta las demandas
del ciudadano del reino, las cuales abarcan una moral personal y social. Uno
comienza a vivir bajo un sentido de responsabilidad hacia otros. En la comunión
diaria con Dios y en la adoración pública recibe la inspiración y el poder para
ejercer una influencia positiva en el medio. Jesús estableció el orden
correcto, primero es el amor hacia Dios, el cual producirá el amor en las
relaciones con el prójimo.
3.3. EL NUEVO NACIMIENTO
Y EL IMPERATIVO ETICO
En todo ser humano
hay dos posibilidades: la imagen de Dios y el pecado. La presencia de estos dos
elementos contradictorios crea en la persona una ambivalencia existencial. A
pesar del pecado se expresa la imagen de Dios, de modo que hay en cada persona
valores inherentes a la condición del ser humano. [20]
El nuevo
nacimiento tiene relación con el imperativo moral. Jesucristo es el hombre
nuevo y debemos ir conformándonos no sólo para parecernos a él, sino para ser
como él es. En la epístola a los romanos, Pablo señala que el nuevo nacimiento
involucra el encuentro con el imperativo moral.
El nuevo hombre
está en progreso hacia la perfección. (Mt 5.48) Jesucristo es la imagen de
Dios, el hombre nuevo, el segundo Adán, el hombre perfecto. La meta de cada
cristiano debe ser llegar a ser como Jesucristo. En todo ser humano está la
imagen de Dios, y también el pecado. El progreso hacia la perfección no es
entonces un proceso de autorreforma, producto de un humanismo ingenuo, sino la
obra de Dios en colaboración con el hombre.
El hombre nuevo en
su experiencia comunitaria. Efesios 2.15, 5.21-33 muestra que el concepto de
hombre nuevo está ligado a la iglesia, es comunitario. La voluntad de Dios es
la santificación de la iglesia, desnaturalizada a través de los siglos por
muchas manchas y arrugas. Los cristianos hoy tenemos la responsabilidad histórica
de ponernos en las manos de Dios y de hacer nuestro mayor aporte para el
completamiento de nuestra condición humana, nuestra santificación, de modo que
podamos contribuir a la santificación de la iglesia y a la creación del hombre
nuevo individual y comunitario. Jesucristo es el modelo de hombre y además es
el redentor.
CONCLUSIONES
La posibilidad de
vivir una vida ajustada a la ética de Jesús descansaba en el reino de Dios. es
decir, que gracias a que el reino de Dios había venido a este mundo y había
sido inaugurado por el ministerio de Cristo en la tierra, entonces las personas
tenían la posibilidad de vivir la vida según la ética de Jesús.
El amor y la
justicia que Jesús demandaba de sus discípulos solo podía vivirse sometiéndose
al gobierno de Dios en la vida del discípulo. Esta ética, vista así, tenía una
dimensión presente, pero también una futura. En la parusía de Cristo recién se
completará el reino de Dios y en ese momento la ética de Cristo podrá ser
cumplida cabalmente. Sin embargo, eso no disminuye la responsabilidad del
creyente de buscar la santidad en la vida presente.
Otra
característica de la ética de Jesús es su tratamiento de algunos temas
especiales como la ley, las mujeres, el pecado, la buena vida y la política. En
todos estos aspectos Jesús fue revolucionario, ya sea que haya dado enseñanzas
explicitas al respecto (como con la ley), o ya sea que haya dado enseñanzas
tácitas a través de sus actitudes y comportamiento (como con las mujeres y su
lugar en la sociedad).
Es interesante
notar como Jesús aplicaba su ética a los temas importantes y particulares de la
vida. No solo se quedaba en mandamientos o principios generales, sino que a
través de las circunstancias y los ejemplos, Jesús aplicaba sus principios a
los temas importantes. Podemos aprender mucho de esto para aplicar esos mismos
principios a los temas de interés de hoy.
Finalmente, es
notable como la ética de Jesús tiene un marcado énfasis en las actitudes
internas, es decir, se busca una justicia del corazón. A diferencia del
legalismo, la ética de Jesús se centraba en las actitudes y el mundo interno de
la persona como la raíz de toda conducta, sea esta ética o no.
Asimismo, el
notable el énfasis que hace Jesús de la vida ética con la experiencia
espiritual enmarcada en una relación personal del creyente con él mismo. Es
decir, que para Jesús, la experiencia religiosa y el nuevo nacimiento son
requisitos indispensables que capacitan al creyente para poder vivir la ética
del reino.
BIBLIOGRAFIA
- Atkinson, David & Field, David (2004) Diccionario de ética cristiana y teología pastoral. Barcelona: Clie.
- Giles, James (2009) Bases bíblicas de la ética. El Paso: Casa Bautista de Publicaciones.
- Jewett, Paul (1975) El hombre como varón y hembra. Miami: Caribe.
- Lacueva, Francisco (1975) Curso de formación teológica evangélica: ética cristiana. Barcelona: Clie.
- Ladd, George (2002) Teología del Nuevo Testamento. Barcelona: Clie.
- León, Jorge (1979) ¿Es posible el hombre nuevo? Buenos Aires: Certeza.
[1] Lacueva, Francisco. Curso de formación teológica evangélica: ética
cristiana. 1975.
[2] Atkinson, David y Field, David. Diccionario de ética cristiana y
teología pastoral. 2004.
[3] Ladd, George. Teología del Nuevo Testamento. 2002.
[4] Giles, James. Bases bíblicas de la ética. 2009.
[5] Atkinson, David y Field, David. Op.
cit.
[6] Ladd, George. Op. cit.
[7] Lacueva, Francisco. Op. cit.
[8] Giles, James. Op. cit.
[9] Ladd, George. Op. cit.
[10] Giles, James. Op. cit.
[11] Lacueva, Francisco. Op. cit.
[12] Atkinson, David y Field, David. Op.
cit.
[13] Giles, James. Op. cit.
[14] Ídem.
[15]
Jewett, Paul. El hombre como varón y hembra. 1975.
[16] Atkinson, David y Field, David. Op. cit.
[17] Giles, James. Op. cit.
[18] Ladd, George. Op. cit.
[19] Giles, James. Op. cit.
[20]
León, Jorge. ¿Es posible el hombre nuevo? 1979.
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