Mostrando entradas con la etiqueta antiguo testamento. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta antiguo testamento. Mostrar todas las entradas

martes, 8 de septiembre de 2015

ENSAYO: La paternidad literaria del Pentateuco

Eduardo Vásquez Carrasco

La paternidad literaria del Pentateuco es un asunto discutido. El estudio de la paternidad literaria, como parte de un estudio introductorio del Pentateuco, es vital para entender la naturaleza y carácter de estos libros. El autor fundamental o real del Pentateuco fue Moisés. Eso no significa que Moisés haya escrito cada palabra. Más bien Moisés usó documentos preliminares. Además son evidentes las ediciones, revisiones o adiciones secundarias, todo bajo la inspiración divina. Sin embargo, el Pentateuco es el producto de Moisés.
Aunque no existe ninguna introducción, anotación o declaración de que la obra completa sea producto de Moisés, existen evidencias tanto internas como externas que respaldan la opinión de que el autor fundamental del Pentateuco es Moisés. El testimonio del Pentateuco así lo dice en Ex. 17.14; 24.4-8; 34.27; Num. 33.1, 2; Deut. 31.9, 22. Esto muestra que porciones importantes del Pentateuco fueron escritas por Moisés.
También existe testimonio de la paternidad literaria de Moisés en el resto del Antiguo Testamento, por ejemplo, Jos. 11.15, 20; Jue. 3.4; 1 Re. 2.3; Esd. 6.18; Neh. 13.1; entre otros. El Nuevo Testamento también da testimonio a favor de la paternidad mosaica, por ejemplo, Mr. 1.44; 12:26; Lc. 5.14; Hch. 3:22; 13:39; 1 Cor. 9:9; 2 Cor. 3:15; Ap. 15:3.
El problema de los anacronismos y duplicaciones, como las de Gn. 14.14; 36.31; 47.11, indicaría no necesariamente que Moisés no tuvo nada que ver con la composición del Pentateuco, más bien indicaría la presencia de ediciones posteriores, pero esto no disminuye que Moisés sea el autor de porciones importantes del Pentateuco.

Así, Moisés fue el autor real y fundamental de la Ley, eso lo evidencian la misma Ley, el resto del Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento. Además, hubo revisiones y adiciones posteriores que, bajo inspiración divina, editaron el Pentateuco conforme el transcurrir histórico. Como Jesús fue el autor del Sermón del Monte, aunque él mismo no lo escribió personalmente, y seguramente hubo diferencias menores según el evangelista que narraba; de la misma forma, Moisés es el autor esencial de la Ley.

ENSAYO: LA SOBERANIA DIVINA EN EL ANTIGUO TESTAMENTO

EDUARDO VASQUEZ CARRASCO

La soberanía divina puede definirse como la continua intervención de Dios “en todas las cosas creadas de tal manera que él las mantiene existiendo y conservando las propiedades con que las creó; coopera con las cosas creadas en toda acción, y dirige las propiedades que las distinguen para hacerles que actúen como actúan; y las dirige para que cumplan los propósitos que les asignó”[1]. El Antiguo Testamento enseña claramente estos tres elementos de la soberanía divina, la preservación, concurrencia y gobierno de Dios sobre lo creado.
Esdras dijo en Nehemías 9.6, “Tú solo eres Jehová; tú hiciste los cielos, y los cielos de los cielos, con todo su ejército, la tierra y todo lo que está en ella, los mares y todo lo que hay en ellos; y tú vivificas todas estas cosas, y los ejércitos de los cielos te adoran”. Asimismo, Eliú manifestó en Job 34.14-15, “Si él pusiese sobre el hombre su corazón, Y recogiese así su espíritu y su aliento, Toda carne perecería juntamente, Y el hombre volvería al polvo”. Gracias a la preservación providencial de Dios el universo es sustentado y las cosas pueden seguir existiendo, incluso el ser humano puede seguir viviendo gracias al aliento que Dios le da en cada momento.
Con relación a la concurrencia de la soberanía divina, el Antiguo Testamento enseña que Dios hace suceder muchas cosas que podríamos pensar ocurren “naturalmente”. Job 37.6-13 dice “Porque a la nieve dice: Desciende a la tierra; también a la llovizna, y a los aguaceros torrenciales. Así hace retirarse a todo hombre, para que los hombres todos reconozcan su obra. Las bestias entran en su escondrijo, y se están en sus moradas. Del sur viene el torbellino, y el frío de los vientos del norte. Por el soplo de Dios se da el hielo, y las anchas aguas se congelan. Regando también llega a disipar la densa nube, y con su luz esparce la niebla. Asimismo por sus designios se revuelven las nubes en derredor, para hacer sobre la faz del mundo, en la tierra, lo que él les mande.  Unas veces por azote, otras por causa de su tierra, otras por misericordia las hará venir”.
Daniel 4.34-35 dice “Mas al fin del tiempo yo Nabucodonosor alcé mis ojos al cielo, y mi razón me fue devuelta; y bendije al Altísimo, y alabé y glorifiqué al que vive para siempre, cuyo dominio es sempiterno, y su reino por todas las edades. Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces?”. Nabucodonosor alabó a Dios cuando aprendió que Dios tiene control providencial sobre los asuntos humanos.
Parte de la soberanía divina es el gobierno de Dios sobre el mundo, es decir, que Él dirige las cosas a fin de cumplir con sus propósitos. El Salmo 103.19 dice “Jehová estableció en los cielos su trono, Y su reino domina sobre todos”. Este gobierno providencial incluye todos los acontecimientos de la historia que Dios ha ordenado que ocurran, ya sea que los revele a la humanidad, o no.
Así, el Antiguo Testamento enseña que, aunque hay una independencia entre la creación y el Creador; por ejemplo, en Génesis 2.2, 3 se implica que Dios concluyó su creación; al mismo tiempo, se enseña el cuidado continuo que Dios tiene de la creación. Al respecto, Bernard Ramm comenta “En el curso del tiempo, con el Espíritu actuando en y por medio de la naturaleza, se cumplen los mandatos de Dios. Las leyes de la naturaleza, bajo la dirección del Espíritu Santo, hacen que se realice el plan de Dios, en el tiempo y por medio de un proceso establecido”[2].
Esta soberanía divina tiene ciertas características, como por ejemplo, que su causa final es la gloria de Dios mismo (Números 14.21), que se reduce a sus propósitos, que son eternos, que son inmutables (Salmo 33.11), que son libres Job 36.22, 23), que son eficaces (Isaías 14.27; 43.13), y que se relacionan con todos los acontecimientos[3].
Otro aspecto a resaltar es que, en el Antiguo Testamento, Dios utiliza mediadores a través de los cuales cumple sus designios[4]. Por ejemplo, “la Palabra de Dios”, el relato de la creación en Génesis 1.1 – 2.4a refleja claramente el poder de la palabra hablada de Dios. El Espíritu de Dios también es asociado a los propósitos, voluntad y presencia de Dios, por ejemplo en Isaías 30.1; 63.14; Salmo 104.29, 30.
Otra fuerza mediadora es la sabiduría. En Proverbios 1-9, la sabiduría asume una personificación creciente, sus enseñanzas conducen a la lealtad a Dios y a una vida abundante y próspera. Una cuarta fuerza mediadora del poder soberano de Dios es “el ángel del Señor”. Esta relación entre el ángel del Señor y Dios queda muy claro en Éxodo 23.20-22, “He aquí yo envío mi Ángel delante de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar que yo he preparado. Guárdate delante de él, y oye su voz; no le seas rebelde; porque él no perdonará vuestra rebelión, porque mi nombre está en él. Pero si en verdad oyeres su voz e hicieres todo lo que yo te dijere, seré enemigo de tus enemigos, y afligiré a los que te afligieren”.
Por último, debe mencionarse el efecto que esta enseñanza debe tener en quien contempla la soberanía de Dios revelada en el Antiguo Testamento. “Reconocer en verdad la soberanía de Dios es contemplar al propio Soberano. Es venir a la presencia de la augusta ‘Majestad en las alturas’. Es tener la visión del Dios tres veces santo en su excelente gloria”[5]. Job exclamó “De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven. Por tanto me aborrezco, y me arrepiento en polvo y ceniza” (Job 42.5, 6). Y el profeta Isaías exclamó “…! Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos” (Isaías 6.5).
La contemplación de la soberanía de Dios en todas sus formas y medios debe llevarnos a un santo temor, a una obediencia implícita, a una entera resignación, a un profundo agradecimiento y gozo y a la adoración.






[1] Grudem, Wayne. Teología sistemática. pág. 328.
[2] Ramm, Bernard. En “Temas de la teología del Antiguo Testamento”. pág. 57.
[3] Hodge, Charles. Teología sistemática, volumen I. pág. 381 – 389.
[4] Cate, Robert. Teología del Antiguo Testamento. pág. 86 – 90.
[5] Pink, Arthur. La soberanía de Dios. pág. 164.

DESARROLLO HISTORICO DE LA ADORACION EN EL ANTIGUO TESTAMENTO

EDUARDO VASQUEZ CARRASCO

INTRODUCCION

La adoración, como actividad humana que es, es dinámica. A lo largo del Antiguo Testamento se puede ver cómo fueron evolucionando las formas, usos y significados alrededor del acto de adorar.
Desde la época patriarcal, pasando por el gran quiebre que fue la ley mosaica, hasta llegar a la madurez del pueblo bajo un reinado central, se puede apreciar el desarrollo que tuvo la adoración. Cada momento histórico, como la salida de Egipto, la construcción del templo en Jerusalén o la cautividad babilónica fue gestando y formando el carácter único de la adoración, junto con sus ritos y significados.
El propósito de la presente monografía es esbozar un breve resumen de este desarrollo histórico, tanto de las formas externas como de los significados que acompañaron estas formas. Es importante conocer la adoración del Antiguo Testamento y su desarrollo histórico, ya que este influenció grandemente en la adoración de la iglesia primitiva del Nuevo Testamento, y continúa haciéndolo hasta los días actuales.
Quien conoce su historia está en ventaja de entender mejor las formas actuales y está mejor preparado para responder a los desafíos presentes y futuros.

1.       LA ADORACION EN LA EPOCA PATRIARCAL

Desde épocas tempranas la adoración ha sido parte del vivir humano. En las primeras páginas del Pentateuco se puede ver cómo la adoración se manifiesta en épocas tan tempranas como las ofrendas de Caín y Abel, pasando por el altar construido por Noé y los diezmos de Abraham a Melquisedec.
Sin duda la adoración es parte fundamental de la espiritualidad y religiosidad del ser humano. Ha estado presente en todas las civilizaciones antiguas, en las civilizaciones clásicas y hasta en las épocas más oscuras del medioevo.  Empero, con el advenimiento de la modernidad y la exaltación de la razón, la humanidad fue cayendo en un secularismo y escepticismo cada vez más marcado. La fe, y la adoración como una de las manifestaciones más acabadas de esta, dieron paso a la ciencia y la tecnología.
A pesar de las promesas de bienestar y satisfacción hechas por la ciencia y la razón, pronto la humanidad cayó en la cuenta que dichas promesas no se cumplirían a cabalidad, por el contrario, muchos se desencantaron y desilusionaron al ver los estragos de las guerras y las injusticias sociales. Abaticos y descorazonados, hordas posmodernas se volcaron a la búsqueda de la espiritualidad. Muchos han encontrado consuelo en las cosmovisiones  orientales, como el hinduismo y el budismo. Otros han sucumbido a las tretas de la nueva era. Todos buscando satisfacer la necesidad de expresar su espiritualidad.
La iglesia tiene un gran reto. La iglesia tiene la oportunidad de guiar a esas masas ingentes de personas a una adoración genuina al Dios verdadero. Pero hay un obstáculo, la misma iglesia no se pone de acuerdo sobre las formas correctas y los significados correctos de la adoración. Es pues primordial hacer un recuento histórico y teológico de la adoración  desde sus orígenes. Teniendo este entendimiento claro y bíblico, la iglesia estará en condiciones de guiar a las personas a un encuentro con el Dios de Abraham, Isaac y Jacob, y cumplir así el propósito por el que el ser humano fue creado, darle la gloria a su Creador.

1.1. ENTENDIMIENTO HEBREO DE LA ADORACION

La adoración era el medio del que disponían los antiguos hebreos para acercarse a Dios. Cuando Dios se revelaba y comunicaba con las personas, estas respondían en adoración a Dios. Caín y Abel se presentaron ante Dios con ofrendas, Noé agradeció a Dios su protección edificando un altar, Abraham dio el diezmo del botín de guerra a Melquisedec, Jacob adoró a Dios es respuesta al sueño donde Dios se le reveló.
Por un lado, la adoración era el medio que usaban los hebreos para expresar su amor y gratitud a Dios por las provisiones dadas. Por otro, la adoración siempre era una respuesta a la revelación divina, es decir, que Dios era quien se revelaba primeramente a los hombres, y estos respondían en adoración.
Aunque en este punto de la historia la adoración todavía no estaba sistematiza y elaborada, como lo llegó a estar con la ley mosaica, se puede ver cierto estándar, que se repite en todos los casos de adoración registrados en el Pentateuco. Este estándar es el uso del rito para adorar a Dios.
La adoración se manifestaba a través del rito. Este estaba bien definido y se exigía del adorador que lo siguiera al pie de la letra. El adorador debía observar cuidadosamente cada elemento del rito si quería que su adoración sea aprobada por Dios. Incluso sin la presencia de una ley que sistematizara rigurosamente el rito, los adoradores tempranos tenían consciencia de la importancia de observar el rito escrupulosamente, y se esforzaban por conseguirlo.
Junto con el rito estaba el significado que este entrañaba. Cada elemento del rito tenía un significado espiritual, y ahí radicaba la importancia de seguirlo al pie de la letra. El significado del rito iba más allá del mismo rito. Su significado era espiritual, comunicaba y graficaba realidades espirituales y servía al adorador de ayuda didáctica para poder comunicar sus deseos e intenciones a Dios y para entender la naturaleza divina.
La adoración iba acompañada de una actitud definida. Aunque a lo largo del desarrollo histórico se fue aclarando el entendimiento de la actitud genuina que debía acompañar al rito de adoración, ya en las etapas tempranas se podía apreciar la necesidad del adorador de acompañar su adoración con una actitud genuina y sincera. Los hebreos no tenían inconvenientes en expresar gozo, alabanza, acción de gracias, peticiones, lamentos, hostilidad o incluso odio.
Los hebreos entendieron que la adoración era un momento para abrir el corazón a Dios y mostrarlo tal cual, expresando los sentimientos que les embargaban en ese momento.  La experiencia de la adoración era una experiencia plena, abierta, honesta y rica en significado.

1.2. LA ADORACION EN GENESIS

Una de las características resaltantes en la adoración registrada en Génesis es la práctica del culto individual y familiar. En una época donde el pueblo de Israel todavía estaba en gestación, los individuos y sus familias elevaban  la adoración a Dios tribalmente. Individuos como Abel, Abraham, Noé, Jacob y sus familias se acercaban a Dios para adorarle.
Un medio a través del cual se expresaba la adoración a Dios era a través de la ofrenda. Esta era una dádiva ofrecida a Dios en gratitud y reconocimiento por los favores recibidos. La ofrenda era dada de lo mejor que la persona poseía, ya que buscaba agradar a Dios en respuesta a la provisión divina. La ofrenda iba acompañada de una actitud genuina de gratitud y reconocimiento de la grandeza y bondad de Dios.
Otra práctica encontrada en esta época es el uso de los altares. El altar era el lugar donde se sacrificaba y ofrecía la ofrenda, ya sea un animal y algún producto agrícola. El altar podía ser no más que un montón  de piedras apiladas. En una época donde no había un lugar específico donde ofrecer adoración a Dios, los altares personales y familiares eran los lugares de culto.
Junto con la ofrenda y el altar, la postración era otra práctica de adoración. La misma palabra adoración  tiene su origen en esta idea. Las personas literalmente se postraban en tierra ante Dios, es decir tocaban el suelo con su frente, en señal de humillación y sometimiento. Era la expresión gráfica de la actitud que demandaba la adoración a Dios.
Todas estas prácticas primitivas fueron evolucionando y dieron lugar, más adelante, a formas más elaboradas de adoración. Pero desde ya, se puede ver como las ideas de acción de gracias, sacrificio, humillación y sometimiento están presentes y cómo se va a volver vez tras vez sobre estos mismos principios a lo largo del peregrinaje histórico de Israel.

1.3. RAICES HISTORICAS DE LA ADORACION HEBREA

Israel no desarrolló su adoración en el vacío. Fue influenciada, como era de esperarse, por las prácticas de adoración de sus vecinos, sobre todo de sus vecinos más avanzados e influyentes. La adoración tiene un elemento cultural, en tanto manifestación humana de comunicación con Dios. Este elemento cultural es indisoluble y acompaña incluso a las prácticas actuales de adoración.
En la antigüedad el sacrificio era la forma aceptada de expresar el fervor religioso y la adoración a la deidad. El sacrificio estaba presente en todas las civilizaciones antiguas. Tenía al menos cuatro ideas subyacentes.
El primer propósito del sacrificio era alimentar a la deidad. Los dioses necesitaban de los sacrificios para poder alimentarse y así evitar la muerte por inanición. Los seres humanos sustentaban a sus dioses y así prolongaban su existencia. Cuando se dejaba de dar sacrificios, los dioses morían en el olvido de la gente. Un segundo propósito era dar una dádiva. El sacrificio era una ofrenda, algo que se entregaba voluntaria y graciosamente. Era una muestra de gratitud a la deidad.
Un tercer propósito del sacrificio era propiciar la comunión entre el adorador y la deidad. Al ofrecer el sacrificio, el adorador se comunicaba y conectaba con su dios y entraba en comunión con él. Un último propósito era liberar la vida. Las vidas de los primogénitos le pertenecían a la deidad, en tanto dadora de la vida. Así, cuando se sacrificaba a los primogénitos, se estaba liberando la vida, al devolver a los primogénitos.
Todas estas ideas, excepto la primera, influenciaron en la adoración de Israel y en el posterior desarrollo del sistema de sacrificios. La adoración hebrea tenía muchas similitudes con la de sus vecinos paganos, pero se diferenciaba radicalmente en la idea del pacto que fue establecido posteriormente con Abraham y elaborado con Moisés.
Este origen común en las prácticas de adoración provocó que los israelitas confundieran los significados detrás de los ritos de adoración. Aunque los significados de la adoración hebrea diferían de los significados de la adoración pagana, en su forma externa eran muy parecidas. Esto provocó que Israel muchas veces apostatara y fuera tras la adoración de dioses paganos.
Posteriormente, con la salida de Egipto y la dádiva de la ley mosaica, se transformó completamente la adoración en el Antiguo Testamento, esta se sistematizó y complejizó. Pero la adoración como necesidad  humana ha estado presente desde los orígenes mismos de la existencia humana. El entendimiento y práctica de la adoración fue progresivo.

2.  LA ADORACION EN LA EPOCA MOSAICA

El éxodo tuvo un impacto profundo en la religiosidad hebrea. La salida de Egipto a través del actuar sobrenatural de Dios, el peregrinaje por el desierto durante cuarenta años, y sobre todo, la ley dada por Moisés afectaron y transformaron la forma de adoración del pueblo, junto con los significados de cada acto nuevo de adoración.
Lo que destaca en este periodo es la gestación y desarrollo del sistema de sacrificios en la ley levítica. Esta fue la base de toda la adoración posterior. Incluso en la iglesia primitiva del Nuevo Testamento, aunque ya no había sacrificios, su significado subyacente estuvo presente en la cruz de Cristo.
El establecimiento formal del pacto de Dios con Israel, marcó un paso hacia adelante en el entendimiento del tipo de comunión que Dios demandaba de su pueblo. Lo que anteriormente fue una adoración casi espontánea e individual, ahora toma un carácter formal, sistemático y congregacional.
La formalización y oficialización de la adoración, lamentablemente también dio pie al legalismo, la observancia vacía y la falta de autenticidad  en la adoración israelita. La idolatría fue algo con lo que tuvieron que luchar desde temprano.

2.1. EL SISTEMA DE SACRIFICIOS

El sistema de sacrificios implicaba ciertas ideas detrás de sus elaborados ritos. La salvación y el perdón eran dos ideas que estaban íntimamente ligadas al sistema de sacrificios. El adorador buscaba precisamente eso, salvación y perdón de parte de Dios. La intención era volver a reestablecer la comunión con Dios que había sido rota por el pecado.
La santidad también estaba presente en los sacrificios ofrecidos como adoración a Dios. Dios era santo, y demandaba la misma santidad de su pueblo, es decir, que se apartaran de los demás y se consagraran al servicio exclusivo a él. Dios demandaba exclusividad, era parte del pacto que Dios había establecido con ellos.
Los sacrificios también servían para graficar el pecado humano y la gracia divina. El sacrificio era ofrecido para cubrir o borrar el pecado del hombre y se pedía de esa manera la gracia de Dios para tal fin. Era un reconocimiento de la imperfección humana y de la misericordia divina.
Además, los sacrificios servían para expresar la religiosidad en la vida de los israelitas. Individualmente y por familias, los sacrificios eran ofrecidos como parte del vivir cotidiano del pueblo. Las fiestas nacionales también eran parte del calendario y la vida nacional del pueblo israelita. Sus instituciones y su sociedad giraban en torno a este sistema. Entendían la religión a partir de este sistema.
Había cinco tipos de sacrificios. La comida de comunión, los holocaustos, la dedicación de los primogénitos, el día del perdón y los sacrificios privados.  Cada uno de ellos tenía un rito específico y un significado que acompañaba ese rito.
La comida de comunión y ofrenda de paz consistía en el sacrificio de un animal, cuya carne era consumida por el adorador y la sangre era ofrecida a Dios en el altar, de ahí su nombre. En oriente la comida era una forma de estrechar lazos, por ejemplo, con un visitante. Así, se buscaba restaurar y estrechar los lazos de comunión entre el adorador y Dios. También era un sacrificio que traía paz al adorador, de ahí su otro nombre. Por lo general, este tipo de sacrificios se ofrecía por el pecado y la culpa. Se solía ofrecer en familia, por ejemplo, en la Pascua.
Un segundo tipo de sacrificio era la dedicación de los primogénitos. Todo primogénito, humano o animal, pertenecía a Dios. Dios como dador de la vida reclamaba la vida del primogénito. Los primogénitos humanos eran redimidos. Se ofrecía un animal limpio en su reemplazo. Se entregaba la vida del primogénito en el altar y esto traía paz entre el adorador y Dios. Tan importante era este concepto en el Antiguo Testamento que Israel era conocido como el primogénito de Dios.
El holocausto era una dádiva que se ofrecía libremente a Dios. Era una ofrenda total, es decir, que se consumía toda la ofrenda en el altar. También era conocida como ofrenda encendida. Era un homenaje a Dios, un tributo y acción de gracias. También se solía ofrecer como el cumplimiento de un voto. Aunque era voluntario, se demandaba que fuera de lo mejor y había especificaciones al respecto.
El día del perdón era una fiesta nacional que se ofrecía una vez al año. Su intención era expiar los pecados que no hayan sido cubiertos por los otros sacrificios. Este sacrificio lo ofrecía el sumo sacerdote por todo el pueblo de Israel. Así se aseguraban de mantener una buena relación con Dios. Había dos víctimas, una se ofrecía totalmente en el altar, y la otra era abandonada en el desierto, luego de que el sacerdote pusiera su mano sobre la cabeza del animal.
Finalmente, también estaba contemplada la posibilidad de sacrificios privados. Estos se ofrecían  para honrar a Dios, pedir ayuda, o como acción de gracias y purificación. Era voluntaria y podía consistir de los diezmos o de algún producto agrícola. Esta ofrenda indicaba la bondad de Dios. También había ofrendas en relación a votos que el adorador hacía.
Aunque puede resultar poco claro para el adorador actual entender todos los detalles e implicancias de los sacrificios veterotestamentarios, es importante hacer un esfuerzo por entenderlos, ya que, aunque no estén vigentes hoy, prefiguran y guardan muchos significados presentes en la adoración de hoy.

2.2. EL ROL DIDACTICO DEL SISTEMA DE SACRIFICIOS

El sistema de sacrificios tenía la intención de dar una provisión para el perdón de los pecados ceremoniales. También cumplían un rol didáctico, ya que graficaban realidades espirituales. Asimismo, tenían un papel profético, ya que anunciaban las promesas futuras de Dios de un perdón y gracia total por medio del Mesías, aunque este entendimiento fue posterior.
El sistema de sacrificios era la base de la adoración de Israel. La vida nacional, familiar y personal giraba en torno al sistema de sacrificios. Primero en el tabernáculo y luego en el templo de Jerusalén, el sistema de sacrificios brindaba a Israel la base para su adoración a Dios.
La intención primaria del sistema de sacrificios era la restauración o perpetuación de las relaciones correctas entre el adorador y Dios. La intención era facilitar que el adorador morase con Dios sin el temor al juicio y sin la carga  de la culpa.  La adoración fue centrándose más y más en la cuestión de la expiación y el rescate. El resultado final era que el adorador gozara de nuevo de  la presencia de Dios.
El concepto principal era la obediencia. El sacrificio debía ir acompañado de la obediencia a la ley divina. Era una consecuencia lógica, cuando el adorador reestablecía su comunión con Dios y recibía el perdón, era liberado de la culpa. Luego se esperaba que el adorador se mantuviera obediente a Dios. El propósito del sistema de sacrificios era expiar los pecados por  omisión, mas no los que eran cometidos conscientemente.
El requisito para la validez del sacrificio era una actitud de penitencia y arrepentimiento. Era la actitud del adorador lo que hacía que el sacrificio sea válido. Se esperaba que el adorador genuinamente se arrepintiera de su pecado. El mero ejercicio del rito, sin la consiguiente actitud, invalidaba el sacrificio. A pesar de ello, el poder radicaba absolutamente en Dios. El poder de gracia provenía de Dios. Era Dios quien se acercaba  a redimir y salvar al momento del sacrificio.
Los sacrificios también tenían un límite. Estaban establecidos para expiar los pecados cometidos sin querer. Para los otros pecados la única esperanza era rogar la misericordia de Dios. Por lo general, sacrificios no abarcaban los pecados morales, sino solo los pecados rituales. Más allá de eso, solo contaba el poder de Dios para salvar.
El mensaje de los sacrificios aún perdura hasta hoy. Ideas como pecado, gracia, santidad, salvación y perdón están tan vigentes hoy como en ese momento. Las enseñanzas, acciones y dichos de Jesús y los apóstoles están impregnados de estos conceptos, cuyo origen está en el sistema de sacrificios. Entender este sistema de sacrificios da mayor luz al momento de leer las páginas de los evangelios. También provee una mejor comprensión de la adoración que Dios demanda hoy.

3. LA ADORACION EN LA EPOCA DEL TEMPLO

Con la entrada y asentamiento en la tierra de Canaán, Israel fue desarrollando sus instituciones y su sociedad en general. Algún tiempo después el pueblo clamó a Samuel por rey, acabando así con los gobiernos tribales de los jueces. Estos reyes centralizaron el gobierno y empezaron a darle forma a la vida social, cultural y religiosa de Israel.
Con la monarquía el culto público se trasladó a la capital, Jerusalén, con la construcción del templo y la organización de los levitas en torno a la música y el culto público. La adoración nacional llegó a uno de sus picos más altos de desarrollo. Aunque estuvo presente desde los tiempos patriarcales, la idolatría del pueblo caracterizó este tiempo, en estas circunstancias los profetas desarrollaron su ministerio. Por último la cautividad babilónica terminó por darle las formas definitivas a la adoración tal como se la encuentra en los tiempos de Jesús, es decir, el judaísmo como se le conoce hasta hoy.
El sistema de sacrificios siguió siendo la base de su adoración, pero a esto se agregó el perfeccionamiento de la música, el canto, la danza y los salmos como expresiones de la religiosidad del pueblo israelita. Todas estas manifestaciones fueron alcanzando su madurez. Aunque habían estado presentes desde los inicios de la vida hebrea, es en esta época que estas manifestaciones religiosas alcanzan su madurez e imprimen su impronta en la adoración israelita y en la futura adoración cristiana.

3.1. DESARROLLO DEL CULTO

El rey David hizo mucho por la adoración como manifestación nacional de religiosidad. No solo fue el compositor de muchos salmos, también trasladó el culto oficial a la capital, Jerusalén, organizó a los levitas, junto con los músicos y el coro. También comenzó los planes para la construcción del templo, planes que hizo realidad su hijo Salomón.
Estos emprendimientos no solo incluían la construcción de un templo que sirva de morada permanente para el arca del pacto, símbolo físico de la presencia de Dios entre su pueblo. También incluía la conformación de un coro, junto con un libro de canciones, los salmos, y un cuerpo de músicos que acompañaran el culto público.
La música era parte importante del culto público. Estaba a cargo de un grupo de levitas especialmente preparados para tocar los instrumentos y acompañar a los cantores durante las fiestas y el culto público. Israel se vio influenciado desde temprano por el desarrollo musical de sus vecinos más avanzados. Sobre todo importó muchos instrumentos musicales.
La música, desde luego, apareció desde mucho antes. Al parecer la aparición de la música como acto humano y cultural tuvo un origen utilitario. Acompañaba a la vida cotidiana en sus momentos importantes. La guerra, el culto religioso, las bodas, los funerales eran acompañados de música.
Así, la música tenía una gran influencia en la vida religiosa de Israel. Es notoria la gran influencia e importancia de los instrumentos musicales y las formas musicales en la adoración de Israel. Aunque la música acompañó a la adoración desde las épocas patriarcales, en este periodo histórico cobra una gran importancia como parte de la vida nacional. Era de esperarse, ya que el paso de una vida nómada a una sedentaria, permitió el desarrollo cultural de la nación hebrea.
Relacionado con la música, estaban los salmos. Estos fueron parte central de la adoración del Antiguo Testamento. Reflejan la historia de Israel y abarcan un gran abanico de estados emocionales y condiciones espirituales. Contienen tanto teología, como ética. Su composición fue progresiva, abarcando un gran periodo de tiempo. Participaron en su composición varios autores, compiladores y editores.
Al parecer en el periodo post-exílico los salmos fueron tomando su forma final, como se los conocía en el periodo del Nuevo Testamento. Diversos salmos, algunos tan antiguos como los pertenecientes al periodo mosaico, fueron compilados a lo largo de los años. Durante la monarquía muchos salmos fueron compuestos e incluidos en el libro de adoración hebreo.
El carácter propio de este libro ha influenciado no solo la adoración de Israel sino también de la iglesia. Su propósito es acompañar al adorador en su adoración, pero también obedecía a una intención pedagógica, guiaba la vida cotidiana del adorador, en la expresión de sus emociones y en la comunicación con el Creador. Los salmos reflejan tanto la vida cotidiana, la expresión tanto privada como la pública de la vida espiritual.

3.2. EL MINISTERIO DE LOS PROFETAS

Junto con el desarrollo y refinamiento de la adoración en Israel, gracias a las reformas de la monarquía, vino también una decadencia espiritual causada por la idolatría. Los israelitas miraron hacia sus vecinos paganos y copiaron muchas prácticas paganas. Esto puede explicarse en parte por las similitudes que tenían muchos ritos. Además, al conocer poco de agricultura, los israelitas se volcaron a aprender de sus vecinos las técnicas de cultivo. Muchas de estas prácticas de cultivo iban acompañadas de ritos idolátricos.
La decadencia espiritual fue notoria. Junto con la idolatría hubo un relajamiento de la moral en general. Las leyes que regulaban la buena convivencia entre los ciudadanos se violaron sistemáticamente. En este contexto los profetas anunciaron su mensaje.
Profetas como Isaías, Jeremías, Ezequiel, Miqueas, Sofonías y Zacarías dieron un mensaje al pueblo, en cuyas palabras estaban involucrados muchos llamados a la adoración. Básicamente el mensaje de los profetas referente a la adoración incluía tres ideas.
Los profetas denunciaban el pecado relacionado a la adoración, la idolatría. Denunciaban como sus hermanos se habían ido tras los dioses paganos, desde los reyes hasta los más humildes. En segundo lugar, anunciaban un castigo por la idolatría. Dios demandaba obediencia y santidad, y cuando el pueblo incumplía su parte del pacto, entonces Dios castigaba a su pueblo con la intención de hacerlos volver a él.
Los profetas también enseñaban como debía ser la verdadera y genuina adoración que Dios demandaba. Asimismo, anunciaban perdón si el pueblo se arrepentía y volvía a Dios. Por lo general la respuesta del pueblo fue de rechazo al mensaje profético. Parte del mensaje profético referente a la adoración incluía a los gentiles como parte del pueblo que adoraría a Dios.
Los profetas fueron la conciencia del pueblo. Denunciaron la idolatría, enseñaron la verdadera adoración y llamaron a la reconciliación. Resaltaron el carácter ético de la adoración. El adorador tenía la obligación de ser consecuente y ser  obediente a Dios. Su adoración debía ir acompañada de una actitud correcta y de un genuino interés por agradar y seguir la voluntad divina.

3.3. INFLUENCIA  DE LA CAUTIVIDAD BABILONICA

A pesar de los innumerables llamados de los profetas, el pueblo siguió pecando y el castigo fue inevitable. Primero Israel, y luego Judá, fueron llevados cautivos como castigo por su pecado. El pueblo que había puesto su confianza en elementos externos como el templo, había dejado la santidad que Dios le demandaba.
La cautividad babilónica marcó profundamente la espiritualidad y religiosidad judías. El pueblo aprendió la lección y, por lo menos en forma externa, dejó la idolatría para siempre. Pero aun en esas circunstancias Dios no los abandonó. Muchos profetas desarrollaron su ministerio en la cautividad y luego de ella.
El pueblo aprendió que Dios era soberano y que estaba en control de todas las cosas. La derrota a manos de pueblos paganos y la cautividad no significaban la superioridad de los dioses paganos por sobre Jehová. Todo lo contrario, Dios había utilizado, soberanamente, a pueblos paganos para castigar y enseñar a su hijo Israel.
Con la reconstrucción de la nación judía, bajo el liderazgo de Nehemías y Esdras, los judíos vincularon la adoración a la Palabra de Dios y al arrepentimiento espiritual. La Palabra de Dios era el medio que Dios usaba para enseñar a su pueblo y manifestarles su voluntad. Del pueblo se demandaba arrepentimiento por sus pecados y un deseo genuino de obedecer la voluntad divina. Con Zacarías aprendieron la prioridad que la adoración tiene en la vida espiritual. La reconstrucción del templo se convirtió en la prioridad del remanente.
Finalmente, una institución y una idea fueron cobrando mayor relevancia dentro de la vida de adoración judía, la sinagoga y el Mesías. Lejos de Jerusalén, los judíos necesitaron un lugar donde congregarse y mantener su identidad cultural. La sinagoga sirvió para mantener las tradiciones espirituales. Asimismo, la idea del Mesías fue adquiriendo más notoriedad. Bajo un gobierno extranjero, los judíos fueron anhelando más y más al ungido de Dios que los guiaría espiritualmente como en tiempos de Moisés o David.

CONCLUSIONES
La adoración abarca una parte importante de la vida espiritual del creyente. Sirve de medio para relacionarse con el Creador. Es la manera que tienen las personas para expresar su amor y devoción a Dios.
La adoración en el Antiguo Testamento fue desarrollándose y cobrando nuevos significados a lo largo de la historia. En la época patriarcal, la adoración era individual o familiar. Sus manifestaciones primordiales eran las ofrendas, los altares y el postrarse. Aunque Israel compartía un origen común con sus vecinos, su adoración se distinguía de los demás por los significados que incluía, por ejemplo, las demandas morales de obediencia hacia el adorador y la búsqueda de la santidad.
Durante el éxodo, la ley mosaica transformó por completo la vida religiosa y social del pueblo hebreo. La adoración estaba contemplada en la ley a través del sistema de sacrificios. Aunque era un sistema complejo, lleno de rituales, tenían profundas verdades espirituales. La idea seguía siendo la búsqueda de la comunión con Dios. Los sacrificios proveían una solución al pecado humano y permitían  reestablecer la comunión del adorador con Dios. Se demandaba genuinidad y generosidad de parte del adorador.
Con el ingreso a Canaán y el paso a una vida sedentaria, Israel fue desarrollándose culturalmente. Esto permitió el desarrollo social, económico y religioso. Con la monarquía liderando, se establecieron las provisiones para el culto público. El templo, los músicos y cantores y los salmos fueron las nuevas manifestaciones de la espiritualidad israelita.
Un problema que enfrentaron los israelitas a lo largo de su historia fue la idolatría. Los profetas la denunciaron y demandaron del pueblo una adoración genuina. Con la cautividad el pueblo aprendió la lección. Fue incorporando a su adoración el estudio de las Escrituras y un mayor énfasis en el arrepentimiento y la observancia de la ley. La sinagoga y la esperanza en el Mesías fueron dos características de este periodo.
Como se puede apreciar, la adoración fue un proceso dinámico. Con la revelación progresiva, Dios fue preparando a su pueblo para un entendimiento cada vez mayor de su voluntad y así pudieran tener una relación más estrecha con él. La adoración implica relación, santidad, obediencia, gracia, gozo, perdón, etc. Es la forma como se vive la vida espiritual, es la forma como el hombre se relaciona con Dios.
Así resaltada su importancia y preeminencia en la vida cristiana y en la comunidad eclesial, es vital hacer un esfuerzo por educar a los creyentes y guiarles a comprender las verdades profundas y reconfortantes que los actos de adoración guardan.

BIBLIOGRAFIA
· Bartley, James (2003). La adoración que agrada al Altísimo. El Paso: Casa Bautista de Publicaciones.
· Cate, Robert (1990). Introducción al estudio del Antiguo Testamento. El Paso: Casa Bautista de Publicaciones.
· Cate, Robert (1989). Teología del Antiguo Testamento. El Paso: Casa Bautista de Publicaciones.
· Dyrness, William (1989). Temas de la teología del Antiguo Testamento. Miami: Vida.
· Francisco, Clyde (1964). Introducción al Antiguo Testamento. El Paso: Casa Bautista de Publicaciones.
· Nelson, Eduardo (2003). Que mi pueblo adore. El Paso: Casa Bautista de Publicaciones.