EDUARDO VASQUEZ CARRASCO
(Juan 13.3-17)
INTRODUCCION
¿De
dónde saca el líder cristiano el poder para servir? ¿Cuál es el modelo de
liderazgo del líder cristiano? ¿Cuál es el objetivo final del liderazgo
cristiano? El líder cristiano debe conocer la naturaleza de su trabajo, saber
cuál es su modelo a seguir y estar al tanto de cuáles son los objetivos que
debe alcanzar en su labor ministerial. El líder cristiano encuentra todo este
entendimiento en la Biblia, la voluntad de Dios revelada para el siervo
cristiano.
El
liderazgo cristiano se diferencia del secular, en que su naturaleza, objetivos
y modelos se originan en la mente de Dios y no en la humana; y es la
responsabilidad del líder cristiano conocer esta divina voluntad y actuar en
consecuencia. Su quehacer debe estar impregnado de sometimiento y fidelidad a
Aquel que lo llamó.
EL PODER DEL LIDERAZGO
(Jn. 13.3)
v.
3 “…sabiendo Jesús que el Padre le había
dado todas las cosas en las manos, y que había salido de Dios, y a Dios iba…”
Jesús
sabía que Dios, Su Padre, había puesto todas las cosas bajo su poder. Sabía que
Dios tenía control sobre su vida y ministerio, y que le había confiado todo. El
poder de Jesús sobre todo lo creado venía de Dios, Dios era la fuente de su
poder. Sabía también que venía de Dios,
que Su Padre le había enviado con un plan en mente y que debía someterse, como
Hijo de Dios, a ese plan divino para su vida. Jesús también sabía que volvería
al Padre, conocía el futuro glorioso y victorioso que le aguardaba después.
Teniendo todo eso en mente (poder, propósito y gloria futura dados por Dios)
Jesús estuvo dispuesto a dejar su lugar en la mesa, dejar su manto y servir a
los discípulos, e incluso a dar la vida.
El
líder cristiano debe saber también, como su Señor, que Dios le ha dado poder
para servir a otros. Dios le ha dado de su Espíritu Santo, y a través de Él,
dones y talentos para el ministerio. Debe creer también que Dios lo creó con un
propósito y que Dios tiene un plan para su vida. Además, el líder cristiano
debe entender que cuando muera físicamente, irá a estar con Dios, donde
compartirá y gozará de su presencia eternamente.
Estos
hechos deben acrecentar la fe y confianza en el líder cristiano, como fuentes
de poder que le permitan, incluso arriesgarse, con tal de convertirse en siervo
de otros. Esta confianza, que Dios tiene el completo control de su vida, deben
mover al líder cristiano a servir a otros, ya que su poder para servir viene de
Dios.
EL LIDERAZGO DEL SERVICIO
(Jn. 13.4-11)
vv.
4-11 “…se levantó de la cena, y se quitó
su manto, y tomando una toalla, se la ciñó. Luego puso agua en un lebrillo, y
comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con
que estaba ceñido. Entonces vino a Simón Pedro; y Pedro le dijo: Señor, ¿tú me
lavas los pies? Respondió Jesús y le dijo: Lo que yo hago, tú no lo comprendes
ahora; mas lo entenderás después. Pedro le dijo: No me lavarás los pies jamás.
Jesús le respondió: Si no te lavare, no tendrás parte conmigo. Le dijo Simón
Pedro: Señor, no sólo mis pies, sino también las manos y la cabeza. Jesús le
dijo: El que está lavado, no necesita sino lavarse los pies, pues está todo
limpio; y vosotros limpios estáis, aunque no todos. Porque sabía quién le iba a
entregar; por eso dijo: No estáis limpios todos.”
Cuando
un judío era invitado a una fiesta, este se bañaba en su casa y acudía a la
fiesta. Pero debido a los caminos polvorientos y a la costumbre de usar
sandalias, cuando los invitados llegaban a casa del anfitrión tenían los pies
polvorientos. Era tarea de los sirvientes de la casa lavar los pies de los
invitados al momento de entrar a la casa. Al parecer no había ningún sirviente
en la casa donde Jesús realizaba la cena pascual con sus discípulos, y ningún
discípulo había estado dispuesto a hacer esa tarea. Jesús espero al momento de
la cena, y no al principio cuando llegaron, para lavar los pies polvorientos de
los discípulos para dar una enseñanza.
El
acto de lavar los pies, al ser una labor de sirvientes, sirvió de ocasión a
Jesús para enseñar su modelo de liderazgo. El líder cristiano es un
líder-siervo. Jesús había enseñado esto mismo muchas veces. No solo en la cena
pascual, sino también en su misma encarnación, Jesús se humilló, despojándose
de su gloria divina para venir al mundo a servir a la humanidad (Fil. 2.5-11).
Tal acto de renuncia personal y desprendimiento nunca se ha vuelto a ver ni se
verá jamás.
En
la discusión sobre quién es el primero y más grande en el reino de Dios (Mr.
10.35-45), Jesús ya dejaba vislumbrar su modelo de liderazgo para sus
seguidores. Y en la cruz, el Señor dibujó de manera sublime su estándar para
todos los líderes servidores.
El
líder servidores, imitando a su Señor, toma el modelo bíblico de liderazgo para
satisfacer las necesidades de sus seguidores, aunque eso signifique renuncias y
sacrificios. Desde luego el ideal de servicio, encarnado en Cristo, es un reto
constante y desafiante, que el líder servidor debe perseguir, confiando en el
poder que recibe de Dios para alcanzar su meta.
Dos
anotaciones deben hacerse. Servir a los demás para satisfacer sus necesidades
no significa ceder indefectiblemente a los caprichos y deseos de las personas.
Jesús no accedió a los requerimientos de Pedro. Jesús tenía una posición
privilegiada de conocimiento, que Pedro no tenía. El líder siervo debe tener en
mente que ocupa una posición privilegiada que le ayudará a influenciar
positivamente sobre sus seguidores, sin dejarse llevar por el deseo de
satisfacer a otros, sobre todo cuando esto va en desmedro del cumplimiento del
deber que tiene para con su Señor.
Jesús
lavó los pies de Judas también, aunque sabía que lo traicionaría. El líder
siervo debe servir incluso a aquellos que sabe que le traicionarán y actuarán
en perjuicio de su ministerio. El líder siervo no puede medir sus esfuerzos,
calculando de quienes va a recibir mayor retribución temporal, descuidando a
aquellos que sabe que no le devolverán gratitud por la ayuda recibida. El
servicio no hace acepción de personas.
EL EJEMPLO A SEGUIR (Jn.
13.12-17)
vv.
12-17 “Así que, después que les hubo
lavado los pies, tomó su manto, volvió a la mesa, y les dijo: ¿Sabéis lo que os
he hecho? Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; y decís bien, porque lo soy.
Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también
debéis lavaros los pies los unos a los otros. Porque ejemplo os he dado, para
que como yo os he hecho, vosotros también hagáis. De cierto, de cierto os digo:
El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que le envió.
Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis.”
El
Señor Jesús terminó su enseñanza poniendo a prueba a sus discípulos. Volvió a
la mesa, a su lugar. Reconoció y aceptó su posición de Maestro y Señor. Y como
tal, dio el mandato de imitarle en el servicio que acababa de ejemplificar. Su
enseñanza había sido impactante. Enseñó utilizando la observación, el modelado,
uso materiales domésticos y métodos variados (preguntas-respuestas,
dramatización, etc.).
Jesús
coronó su enseñanza diciendo que se debía seguir su ejemplo y ejercer el
liderazgo con servicio. Ya que el siervo no es mayor que su señor, y el enviado
tampoco lo es de quien lo envía, todo seguidor de Cristo debe hacer lo mismo
que su Señor hizo.
CONCLUSION
Dios
está en control de nuestras vidas. Él nos creó con un propósito y tiene un plan
para cada uno de nosotros. Él nos llama y equipa para el ministerio, y nos
promete la victoria y un futuro glorioso si le somos fieles. Debemos actuar
confiadamente, sabiendo que Dios es nuestra fuente de poder para ejercer el
ministerio.
El
modelo de liderazgo que nuestro Señor Jesucristo nos enseña es el de líder
siervo. Él es la muestra sublime de renuncia y humillación y servicio a los
demás. Como nuestro Señor, nos invoca a imitarle y seguirle en el liderazgo
servicio. Si nuestro Señor lo hizo, nosotros, como sus seguidores, estamos
constreñidos a hacerlo también.
No hay comentarios:
Publicar un comentario